Este 16 de noviembre iba a ser el último día de vida de Keith LaMar, un afroestadounidense condenado a la pena capital por unos crímenes que, afirma, no cometió.
AFP
En julio, su condena fue aplazada hasta enero de 2027, un tiempo extra en el que LaMar espera demostrar su inocencia y dejar atrás tres décadas en el «infierno» con ayuda de nuevos abogados y de la música.
Para marcar el día que lleva condicionando su existencia desde 1995, cuando fue condenado a la pena capital en un juicio supuestamente salpicado de irregularidades, LaMar publica este jueves «The Journey (El viaje)», una canción que compuso junto al músico catalán Albert Marquès, que formó una banda de jazz para dar a conocer su historia.
LaMar, que lleva 35 de sus 54 años de vida tras las rejas, defendió su inocencia en el libro «Condenado» que publicó en 2014. En 2020, en plena pandemia de covid-19, un grupo de músicos de jazz, salió en su defensa, entre ellos Marquès, que le propuso grabar un disco.
«Me han dado tiempo adicional para hacer el trabajo que se necesitaba (…) juntar por fin un formidable equipo jurídico y una campaña viable con la que hemos llevado mi historia a un público más amplio y que mi situación se resuelva en un tribunal», dijo a la AFP por teléfono desde el corredor de la muerte.
– «Primer paso» –
Hace año y medio salió el CD «Freedom First» con letras del preso y música de Marquès, que ha llevado su historia por salas de conciertos de Europa, Sudamérica y Estados Unidos, en los que LaMar participa por teléfono desde la cárcel en Youngstown, una pequeña ciudad en Ohio, en una asociación inédita.
«La música ha llevado mi caso a un público más amplio y ha logrado cosas que no habría sido capaz de hacer de otra manera. Y con eso viene más apoyo y más interés público», dice este fanático al que la música de John Coltrane le salvó en la celda de aislamiento, donde pasó buena parte de su vida.
«Un viaje de mil millas empieza con un primer paso», reza su última canción en la que se describe cómo «encerrado en una diminuta celda (…) en el mismo infierno».
– «Burla a la justicia» –
En 1995, un jurado integrado por blancos declaró a LaMar culpable por la muerte de cinco de nueve reclusos y un guardia asesinados en uno de los peores motines en la historia carcelaria de Estados Unidos, ocurrido en 1993.
En ese momento, LaMar ya cumplía condena por el homicidio de un viejo amigo adolescente como él, en una disputa por drogas en su Cleveland natal.
LaMar asegura que no tenía una buena defensa y que fue víctima de una «burla de la justicia» en un proceso donde se escondieron pruebas exculpatorias y se «premió» a otros presos con remisión de condenas para que le acusaran a él: «negro y pobre».
Sin embargo, ahora LaMar tiene el apoyo del prestigioso abogado especializado en derechos humanos Keegan Stephan, de la firma Beldock Levine & Hoffman, que recaba pruebas para presentar un recurso ante la justicia de Ohio.
«Creo que hay muchas razones para creer que es inocente y que como mínimo no tuvo un juicio justo» en un caso «altamente politizado» en el que hubo muchas presiones políticas e institucionales para que «hubiera condenas de culpabilidad», dice Stephan a la AFP.
«Hubo una cantidad considerable de pruebas exculpatorias que no fueron entregadas a Keith y a su equipo de defensa. Eso es una violación constitucional y que debería haber resultado en una anulación de condena», sostiene.
A ello se suma un sistema de justicia penal «racista, con prejuicios contra los negros y otras personas de color, y los victimiza constantemente, los vigila en exceso y los utiliza como chivos expiatorios de los males de la sociedad», agregó.
Mientras tanto, LaMar trata de mantenerse «sano, mental y emocionalmente, en tierra firme» en lo que espera sea la recta final de su pesadilla.
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