Entre el 16 y 23 de febrero de 2014, la extinta Unidad Central de Investigación del diario Últimas Noticias publicó una serie de reportajes que desafiaron la versión oficial sobre los asesinatos del estudiante Bassil Dacosta y Juan (Juancho) Montoya, líder de colectivos populares de Caracas y Vargas, durante las manifestaciones del 12 de febrero en el centro de Caracas. El propio gobernante Nicolás Maduro se vio obligado a reconocer entonces la participación de funcionarios del Sebin en los hechos.
Por Tal Cual
La investigación inició tras la evaluación hecha por Juan Carlos Solórzano, jefe del departamento de videografía de ÚN, a cientos de imágenes –de fotógrafos del medio y amateurs– y decenas de vídeos que corrían por las redes y facilitaron personas que grabaron cerca del lugar. Detalle a detalle, se reconstruyeron esas horas de desorden y muerte un Día de la Juventud.
Bassil Dacosta cayó en la esquina Tracabordo, en La Candelaria, mientras se replegaba con varios jóvenes ante los disparos de funcionarios del Sebin y civiles armados. El joven manifestaba por primera vez y formó parte del grupo que, luego de que culminara la marcha ante la sede del Ministerio Público, en Parque Carabobo, decidieron quedarse en el sitio.
Toda la zona estaba tomada por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), pero el video y la serie de reportajes de Últimas Noticias da cuenta de civiles, a pie y en motos, que iban entre ambos bandos de la protesta.
Dacosta no fue el único de los muertos en el centro de Caracas. Minutos antes habían asesinado a Juan Montoya, en ese entonces coordinador del Secretariado Revolucionario de Venezuela, entre la esquina de Monroy y Trocadero, frente al edificio Doraloy.
«A Juan Montoya (Juancho) lo mataron con la misma arma con que asesinaron a Bassil Dacosta», así lo aseguró el presidente Nicolás Maduro. Incluso dijo que ambos asesinatos se registraron «con sólo 15 minutos de diferencia».
Las investigaciones policiales y posterior juicio demostraron –tal como lo dijeron los periodistas– que el disparo que mató a Dacosta provino del arma de los funcionarios del Sebin, en específico la que portaba José Ramón Perdomo Camacho, comisario adscrito a la Dirección de Inteligencia, «quien ejecutó la acción, actuando de sobreseguro, disparando por la espalda en contra de la víctima, quien además, no representaba ningún peligro para él, ni para el grupo de funcionarios en el sitio, lo que denota un actuar que evidencia desprecio respecto de la vida humana».
También se dejó por sentado en juicio que los oficiales de ese cuerpo recolectaron evidencia ese mismo 12F para tratar de esconder su participación.
En junio de 2014, se acordó pase a juicio al comisario jefe Manuel Benigno Pérez, al subcomisario Edgard Lara Gómez, al inspector Héctor Rodríguez Pérez, los detectives Jimmy Sáez Osorio y Jonfer Márquez, así como al PNB Andry Jaspe y el Sargento de tercera del Ejército Jonnathan Rodríguez Duarte, por los delitos de uso indebido de arma orgánica y quebrantamientos de pactos y convenios internacionales suscritos por la república.
En el caso de la muerte de Montoya se atribuyó a Hermenegildo «Hermes» Barrera Niño, quien lo sucedió en el Secretariado Revolucionario. El colectivo se entregó de forma voluntaria a las autoridades, en julio de ese año, tras una rueda de prensa donde afirmó que no tenía «responsabilidad penal» por su muerte. Incluso mencionó que se trataba de un «asesinato por encargo».
La periodista Lisseth Boon, que formó parte de esa unidad de investigación de Últimas Noticias, comenta que esta fue «una investigación en caliente. Se fue hasta el lugar de los hechos, hasta el 23 de enero donde se veló a una de las víctimas. Fue casi que hacer trabajo de balística. Todo el chequeo y verificación de datos, todo el acoplamiento que hubo con el trabajo audiovisual y la gran cantidad de vídeos recibidos».
En esto coincide Tamoa Calzadilla, que entonces dirigía el equipo investigador. Recuerda el trabajo de derrumbar pistas falsas, confirmar las identidades de ambos fallecidos, y obtener información en el sitio de los hechos, luego de que funcionarios del Sebin ya habían barrido con parte de la evidencia, para completar los reportajes.
Para Boon, esta serie de publicaciones marcó un hito y fue «rupturista» para el periodismo venezolano. «Es un reportaje que, hasta el caso de Alex Saab, fue el trabajo de investigación que tuvo mayor impacto en la historia del periodismo venezolano, por lo menos en los años chavistas, porque se logró torcer esa versión oficial donde se estaba acusando a Leopoldo López de ser el asesino de estas tres personas. Maduro tuvo, horas después de la publicación de este reportaje, cambiar su versión. Por primera vez se lograba».
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