SEMANA revela en exclusiva los detalles desconocidos del testimonio que rindió Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, desde la cárcel ADX Florence, en Colorado, Estados Unidos, considerada una de las prisiones más seguras del mundo. A esa diligencia solo asistieron siete colombianos, liderados por los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) Alejandro Ramelli, Gustavo Salazar, Hugo Escobar, Federico Arana y la asesora María Upegui.
El martes 9 de abril, la comisión de Colombia que iba a recoger el testimonio de Otoniel llegó hasta ADX Florence para conocer nueva información sobre los macrocasos por falsos positivos, el exterminio de los integrantes de la Unión Patriótica y los crímenes en la región de Urabá.
A la llegada, los magistrados, el procurador y el abogado de Otoniel se percataron de que la cárcel, conocida también como Supermax, tiene una suerte de establecimiento militar que anuncia la llegada de los escasos visitantes a la guardia principal del lugar. La primera imagen es una orden, Keep in moving (siga moviéndose). Quedarse quieto dentro del penal es una prohibición.
Según le contaron miembros de la comitiva a SEMANA, la ADX Florence está construida para aislar por completo del mundo exterior a los reos. Ellos pasan hasta 23 horas diarias dentro de la celda. Las patrullas están fuertemente armadas y hay una docena de imponentes torres de vigilancia que controlan la prisión.
Con el paso del primer filtro, donde se revisan pasaportes, identidad y se autoriza el ingreso con un sello, los colombianos que iban a escuchar a Otoniel fueron trasladados hasta el parqueadero de la cárcel y un carro los escoltaba. El destino era el lugar exacto donde se encontraba recluido Otoniel.
Para pasar al segundo dispositivo de seguridad, se abrió una pesada puerta que permitió el ingreso hacia una especie de pasillo a los magistrados de la JEP, al procurador y al abogado. Ese acceso se cerró y terminaron bloqueados, casi como reos, en una especie de cuarto. Segundos más tarde, se abrió otra robusta puerta que los dejó frente a tres marshals, los alguaciles al servicio del sistema judicial en Estados Unidos.
En ese punto, los integrantes de la comisión tuvieron que dejar en casilleros los elementos personales que no registraron para ingresar a la audiencia. La mayoría solo pudo entrar el computador; uno de ellos dejó las gafas en el filtro.
Cuando pensaban que ya habían llegado, se abrió una nueva puerta que les dio acceso directo a un pasillo de por lo menos 80 metros de largo y, según contaron, ese camino, muy bien iluminado, iba en descenso, por lo que están seguros de que Otoniel permanece recluido bajo tierra.
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