El presidente de Argentina, Alberto Fernández, anunció este miércoles que por ahora quedan suspendidos los regresos al país de los argentinos o residentes en territorio nacional que se encuentran en el exterior y quieren volver en medio de la crisis global por el coronavirus.
«Por ahora hemos decidido no ingresar más gente, por tanto le he instruido al canciller (Felipe Solá) para que ayude con recursos a los que están en el exterior hasta que podamos ordenar este tema, con lo cual en lo inmediato, salvo algún caso excepcional que lo justifique, van a tener que quedar esperando el momento de regreso», dijo el mandatario en declaraciones a Telefe.
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Tras las restricciones dispuestas por el Gobierno para evitar la entrada de personas provenientes de países con alta propagación del COVID-19 -como el cierre de fronteras y la suspensión de conexiones aéreas desde zonas de riesgo-, el 18 de marzo la estatal Aerolíneas Argentinas -y posteriormente otras compañías- inició una serie de vuelos especiales para traer de vuelta a parte de los 45.000 ciudadanos que estaban en el exterior y solicitaron regresar.
Fuentes de la Cancillería concretaron hoy a Efe que se estima que quedan «al menos» 10.000 afuera.
«Por ahora los regresos están suspendidos y la entrada por las fronteras también», aseveró Fernández, que matizó que se está tratando de reglamentar «solamente el ingreso de los mayores de 65 años, porque son los que más riesgo tienen».
El resto de personas, insistió, deberán esperar.
«Y ya los iremos a socorrer cuando el riesgo argentino sea manejable», agregó.
A la pregunta de si cerrará el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Buenos Aires, el más importante de Argentina, el mandatario afirmó que «no es que se cierre», sino que simplemente no está operativo porque no se están autorizando vuelos.
Alberto Fernández volvió a remarcar la necesidad de que la ciudadanía cumpla con el aislamiento preventivo y obligatorio ordenado por el Gobierno desde el viernes pasado, una situación que en principio se extenderá hasta el 31 de marzo.
«Si nosotros nos preservamos y nos quedamos en casa, todo va a ser más fácil», enfatizó, y pidió que todo el mundo lo entienda, ya que se está luchando contra «un enemigo invisible» como es el virus, que ya deja 387 infectados en Argentina, entre ellos ocho fallecidos.
El jefe de Estado recordó que hay personas que -más allá de hacer las compras básicas para vivir o ir de urgencia al hospital- sí pueden salir de casa, como por ejemplo personal de salud y seguridad u otros trabajadores de servicios esenciales para la población.
Sin embargo, alertó que «debe haber algún vivo o estúpido que está violando la cuarentena y sale infringiendo las reglas»
«Hoy en la ciudad de Buenos Aires hay más de 200.000 personas trabajando, y eso está dentro de lo previsto. Los que están contrariando la cuarentena, de esos se van a ocupar las fuerzas de seguridad», sentenció.
El mandatario auguró que el «pico más alto» de contagios se dará entre el 1 y el 15 de mayo: «para ese momento tenemos que tener todas las camas que nos hacen falta y respiradores que nos hacen falta», destacó.
«Tenemos que saber que el contagio va a existir, que el número va a seguir creciendo, lo único que tenemos que cuidar es que el rimo de contagio sea lento, porque en tanto ralenticemos el contagio vamos a tener capacidad para atenderlo sanitariamente», indicó.
EFE
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