Con el rostro protegido con una mascarilla quirúrgica, amantes de los animales han preferido confinarse en un refugio donde pasan su tiempo acariciando a gatos y perros y alimentando a caballos y asnos, para pasar la crisis del coronavirus en Sudáfrica.
AFP
«Generalmente, hay voluntarios que vienen a ayudarnos a pasear a los perros. Con el confinamiento, muchas cosas han cambiado», dice Josef Mashaba, un joven empleado del centro de rescate de animales Wetnose.
«Hemos tenido que arremangarnos» para asegurar el buen funcionamiento del refugio, explica a la AFP.
Situado a medio centenar de kilómetros al este de la capital, Pretoria, este centro alberga a medio millar de animales domésticos y de granja, entre ellos, cerdos.
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Cuando el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, decretó a finales de marzo un confinamiento total de tres semanas, y que ha sido después prolongado hasta finales de abril, Josef Mashaba no lo dudó un segundo.
No se podía dejar a los animales a su suerte. Entonces decidió quedarse en el refugio por «amor a los animales».
«Debido a la COVID-19, no tenemos más voluntarios que vienen» a echar una mano, agrega Veronica van Greunen, al frente del refugio donde los caballos galopan libremente en las praderas.
«De pronto, los animales no reciben la atención que nos gustaría darlos. Y evidentemente no hay más adopciones» en este momento, lamentó.
AFP
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