A medida que se incrementa el número de contagios por coronavirus en el país, también aumenta el miedo a pasar a formar parte de la lista de afectados por la enfermedad. Si bien se tiene que la propagación del virus se frena con el aislamiento social, lo que no detiene el confinamiento son los rumores, los señalamientos y el rechazo social contra los casos sospechosos, los confirmados y todo su entorno.
Muestras de desprecio, exclusión, amedrentamiento y amenazas son dirigidas hasta en contra de quien se tenga solo una sospecha de ser portador del virus, cuyos verdaderos alcances quizás nunca lleguen a conocerse, reseña el portal Tal Cual.
Hasta la visita casa por casa de médicos cubanos a las comunidades enciende las alarmas, pese a que es una medida anunciada por el régimen de Nicolás Maduro como forma para detectar tempranamente casos de contagios del coronavirus. Pareciera que con la llegada del virus, toser se convirtió en un pecado y una visita médica en el aviso de un hipotético apocalipsis para los posibles afectados.
Para la psicóloga Meury Rivero, es característico que en las situaciones de emergencias se incrementen los niveles de estrés y tensión en la población, por la sensación de no tener el control, y el miedo a lo inesperado.
Afirma que en escenarios de contingencia como el que vive el mundo por la pandemia, sentirse desprotegidos «nos coloca en una posición en la que podemos sacar los mejor o lo peor de nosotros«.
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