Las autoridades filipinas anunciaron que relajarán parte de las medidas implementadas para combatir el último rebrote de la covid-19, el más duro durante la pandemia, en Manila y las provincias aledañas ante la disminución en el número de casos.
EFE
A partir del sábado se permitirá las asistencia a ritos religiosos con asistencia limitada y los restaurantes podrán servir cenas, entre otras medidas, pero seguirá vigente la prohibición de viajes no esenciales.
La medida, anunciada anoche por el presidente, Rodrigo Duterte, será revisada en dos semanas y es adoptada al considerar que se superó hace semanas el pico de la última ola del virus, que ya ha dejado en el archipiélago más de 1,12 millones de casos, incluidos 18.714 fallecidos.
Duterte, en una intervención televisada junto aparte de su gabinete y con tono sosegado, pidió la colaboración de los ciudadanos y les instó a mantener la alerta, ya que «se desconoce cuándo terminará» la pandemia.
Las autoridades decidirán también el día 31 si permiten u optan por mantener la prohibición de viajes entre la capital y las provincias adyacentes, como Bucalan o Cavite.
Filipinas además conserva la suspensión de viajes desde y hacia India, Sri Lanka, Nepal y Bangladés a raíz del reciente brote en estos países vinculado a una nueva cepa del virus, la cual ya fue detectada el martes en territorio filipino.
El archipiélago inició el 1 de marzo su plan de vacunación, que de momento avanza a un ritmo lento, tras haber inoculado el fármaco a 2,54 millones de filipinos con una primera dosis y unos 517.000 con la pauta completa, en un país con 110 millones de habitantes.
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