La evolución de la gripe española (1918-1919) en el cantón suizo de Berna ha sido estudiada por un grupo de expertos, quienes han concluido que, en caso de pandemia, el retraso de las medidas y un enfoque descentralizado «pueden provocar consecuencias más duraderas, graves y mortales».
EFE
Un equipo multidisciplinar de las universidades de Zúrich y Toronto ha dedicado varios años a analizar datos históricos sobre la propagación de las enfermedades gripales durante 1918 y 1919 en el cantón de Berna, donde al comienzo de la gripe española se introdujo la obligación de notificar los casos.
La gripe española fue «la mayor catástrofe demográfica de la historia reciente de Suiza», que causó unas 25.000 muertes en el país, recuerda la investigación publicada hoy por Annals of Internal Medicine.
Los expertos también compararon la gripe española en Berna y su región con la actual pandemia de SARS-Cov-2, analizando los recuentos semanales de casos de ambas, y vieron que la segunda oleada comenzó casi en la misma semana del calendario y la respuesta oficial tardía fue similar.
«Aunque todavía hay diferencias considerables entre las dos pandemias, los paralelismos cada vez mayores entre 1918 y 2020 son notables», señaló Kaspar Staub, de la Universidad de Zúrich y uno de los directores del equipo, que reunió a investigadores en medicina evolutiva, historia, geografía y epidemiología.
Ante la elevada tasa de mortalidad durante la segunda oleada de coronavirus en Suiza y «con la amenaza de una tercera debido a las mutaciones del virus procedentes de Inglaterra, Sudáfrica y Brasil, las lecciones del pasado podrían ayudar a las autoridades y al público a replantearse su respuesta», agregó otro de los autores Peter Jueni, de la Universidad de Toronto.
El equipo comenzó en 2015 a transcribir los más de 9.000 informes médicos con más de 120.000 casos de gripe de 473 municipios berneses entre junio de 1918 y junio de 1919, analizaron los datos con métodos epidemiológicos modernos y reconstruyeron las medidas adoptadas para evitar la propagación de la pandemia.
Los resultados muestran durante la primera oleada, en julio y agosto de 1918, que el cantón de Berna intervino «con relativa rapidez, fuerza y centralidad, incluso restringiendo las reuniones y cerrando las escuelas», lo que «se asocia a un descenso del número de infecciones», según Staub.
Después de que la primera ola remitiera, el cantón levantó las medidas por completo en septiembre de 1918, lo que provocó «un rápido resurgimiento de los casos y la aparición de una segunda oleada al poco tiempo».
Al comienzo de la segunda oleada, en octubre de 1918, el cantón de Berna reaccionó «de forma vacilante, a diferencia de en la primera ola», escriben los autores, y, «por temor a nuevas consecuencias económicas, las autoridades cantonales dejaron la responsabilidad de las nuevas medidas en manos de los distintos municipios durante varias semanas.
Este enfoque «vacilante y descentralizado fue fatal y contribuyó a que la segunda oleada fuera más fuerte y durara más tiempo», destacó Jueni.
Además, poco después del pico de la segunda ola, en noviembre de 2018, hubo una huelga nacional con manifestaciones por cuestiones sociales y laborales y, sobre todo, mayores despliegues de tropas.
Estas concentraciones masivas, así como la posterior relajación de la prohibición de las concentraciones cuando el número de casos seguía siendo demasiado elevado, fueron acompañadas de un importante resurgimiento de las infecciones. Finalmente, cerca del 80% de las enfermedades y muertes registradas fue atribuible a la segunda oleada.
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