Miles de venezolanos se arriesgaron a tomar la peligrosa ruta de la selva del Darién con la intención de llegar a Estados Unidos (EEUU) y cumplir el sueño americano, buscando mejores oportunidades de vida, huyendo de la crisis que atraviesa Venezuela. Parte de estos expatriados emprendían su segunda o tercera migración porque ya se encontraban en otros países de América Latina desde hace tiempo.
Por Tal Cual
Muchas de estas personas decidieron tomar este camino desconociendo los riesgos reales a los que se enfrentarían, teniendo que cruzar al menos siete países caminando, con el fin último de cruzar el río Bravo y tocar suelo estadounidense en busca de mejores condiciones de vida, confiando en «coyotes» que les prometían guiarlos de forma segura, pero sin hablarles de los peligros de la travesía por un territorio accidentado donde se expondrían a ser víctimas de robos, agresiones físicas y sexuales, ataques de animales salvajes, el riesgo de contraer enfermedades o de hasta morir en el intento.
«Un convive (amigo) que trabajaba conmigo de mototaxi me dijo ‘vámonos al Darién’, y yo pensaba que íbamos en moto a una cosa. Yo motivé a otros amigos y hablando fue que me di cuenta de que el Darién es la selva para cruzar a Panamá y llegar a Estados Unidos. Allí nació la idea». Así resume Keiner Guerra, un joven venezolano, los incentivos que tuvo para intentar migrar a Norteamérica.
Guerra vivía en El Junquito (Caracas) y salió de su casa el 15 de septiembre pasado, motivado por amigos que tomaron esa misma ruta y lograron cruzar la frontera terrestre a EEUU. Sin embargo, llegó a México justamente un día después (13 de octubre) de que el gobierno de Joe Biden anunciara que todos los migrantes venezolanos que ingresen ilegalmente a territorio estadounidense serán deportados a México.
Desde entonces, Keiner Guerra está en Ciudad de México «cuadrando si salimos en vuelo para allá (Venezuela)», comenta a TalCual vía WhatsApp. El viernes 21 de octubre, el gobierno de México prometió ayudar a los venezolanos varados con albergues, alimentación y atención médica. Guerra y su grupo de amigos han sobrevivido gracias a ONG y ayuda de particulares que le han ofrecido comida, abrigo y cobijas.
La profesora Ligia Bolívar, coordinadora general de AlertaVenezuela y especialista en derechos humanos, dice que no maneja información precisa sobre los arreglos de los diferentes países para permitir el retorno seguro de los venezolanos, pero manifiesta su preocupación —al igual que otras organizaciones internacionales— «sobre la posible devolución de personas por la ruta el Darién, considerando que sería inhumano devolverlos por allí».
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha manifestado su rechazo al Título 42 de Estados Unidos. Dana Graber, jefa de la misión de la OIM en México, le dijo a EFE que «están preocupados sobre la expansión de este proceso de Título 42, especialmente porque está en contra de las normas internacionales y la habilidad para una persona de solicitar asilo en un país».
Las personas de 🇻🇪 en movilidad, incluyendo niñas, niños y adolescentes, requieren asistencia humanitaria, documentación y albergue. #OIM, @ONUDHmexico, @AcnurMexico y @UNICEFMexico están dispuestas con la sociedad civil a complementar la respuesta de las autoridades. pic.twitter.com/KKs1w1mzDL
— OIM México (@OIM_Mexico) October 20, 2022
En la misma situación de Keiner Guerra hay miles de migrantes, aunque es difícil precisar una cifra porque no existen registros oficiales. El gobierno mexicano dijo el pasado 19 de octubre que ha recibido 1.768 migrantes venezolanos deportados de EEUU, pero no se ha realizado un balance de cuántos venezolanos estarían en tránsito por este país.
Keyner Guerra salió de Venezuela en un grupo de 40 personas, ahora solo quedan 16 juntos tramitando un salvoconducto para devolverse a su país. Con este permiso de viaje, estos venezolanos podrán comprar un boleto de autobús para Cancún, desde donde volarán con destino a Venezuela. El monto del pasaje es de $300 y cada uno debe costearlo. A Keiner su papá le envió el dinero, pues se fue por la ruta del Darién con poco más de 1.000 dólares, pero ya no le queda nada. Ha sobrevivido con remesas enviadas por familiares y amigos desde distintos países.
Para el nuevo jefe de la OIM en Panamá, Giuseppe Loprete, es necesario «coordinar las acciones en un cortísimo plazo porque es una crisis humanitaria, puede ser la vida o la muerte para muchos migrantes», y alerta que se debe evitar que muchos de estos migrantes regresen de nuevo por el Darién como lo están considerando.
Darién como «efecto cadena»
La socióloga y especialista en temas migratorios Claudia Vargas Ribas sostiene que tras su experiencia analizando estos procesos, puede decir que los migrantes venezolanos sí realizaban una averiguación sobre la ruta migratoria por la selva del Darién y detalla que las personas «tienden a utilizar mucho las redes migratorias; eso significa que se apoyan en información de una persona que ya ha ido antes y que hicieron la recomendación de estas redes migratorias primarias, pueden ser familiares o amigos», pero considera que existía «desinformación en cuanto a las condiciones reales».
Agrega que desde que el Darién comenzó a aparecer más en búsquedas de internet, redes sociales (como TikTok e Instagram), se hizo más evidente en la opinión pública, medios de comunicación y hasta se ofertaban paquetes para cruzar por esta vía, se comenzó a ver «con ese efecto cadena» hasta que la mayoría de los que comenzó a usar esa ruta eran venezolanos.
Según datos del Gobierno de Panamá, 151.582 migrantes cruzaron la selva del Darién entre enero y septiembre de 2022. Los venezolanos representan el 71% de esa cifra, con 107.692 connacionales que hicieron esa peligrosa travesía, durante ese período. Pero tras las medidas de Estados Unidos, las autoridades migratorias de ese país han observado una disminución en el uso de esta ruta.
Sin embargo, la socióloga Vargas desestima que el uso de la ruta del Darién por migrantes venezolanos sea una moda «porque no me parece que sea una moda el hecho de que la gente corra esos riesgos». Dice que quienes arriesgaron su vida por una de las rutas migratorias más peligrosa del mundo es gente de «estratos socioeconómicos muy bajos, que probablemente acá en Venezuela no tenían ni siquiera un empleo informal, no tienen acceso a alimentación, no tienen vivienda; pueden ser innumerables las opciones».
Además, resalta que «siempre es importante comprender la situación de estas personas, cuáles son sus condiciones, sensibilizarnos con su realidad porque tienen necesidad o propósito urgente de salir», y agrega que «hay una necesidad que a veces es difícil dimensionar para los que analizamos el tema y que parece que para ellos sí tiene mucho sentido llegar a Estados Unidos».
La también profesora de la Universidad Simón Bolívar (USB) explica que a medida que se fueron cerrando las opciones migratorias en Suramérica por la exigencia de visas como en Chile, Perú, Ecuador y que aparecieran procesos jurídicos en algunos países para «castigar» la migración irregular, «los venezolanos empezaron a buscar otras opciones y una de esas era EEUU», pues en el imaginario colectivo este país se ve como de oportunidades, desarrollado y potencia.
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