Cuatro años se cumplen de una de las mayores tragedias del fútbol mundial. El 28 de noviembre de 2016 el plantel del Chapecoense estaba viajando rumbo a Medellín, Colombia, para disputar la ida de la final de la Copa Sudamericana contra el Atlético Nacional cuando el avión que lo transportaba se quedó sin combustible a pocos kilómetros del aeropuerto de Rionegro y se estrelló.
En el accidente murieron 71 de los 77 pasajeros por una negligencia de la compañía aérea boliviana LaMia. Únicamente sobrevivieron tres jugadores de la delegación, Alan Ruschel, Jackson Follman y Helio Neto, un periodista, Rafael Henzel, que un año y medio después murió producto de un paro cardiaco, y dos miembros de la tripulación, Ximena Suarez y Erwin Tummuri.
Hoy, Chapecoense tiene una nueva vida a pesar de haber descendido a la segunda categoría hace un año. Tras el accidente, el conjunto de Santa Catarina sólo contaba con dos futbolistas y tenía que rehacer un equipo entero. “Me reuní con distintos presidentes brasileños para ver qué posibilidades había de que nos cedan jugadores. No fue difícil conversar con ellos, se pusieron a disposición. Nos cedieron futbolistas bajo sus condiciones. La idea fue incorporar chicos que vinieran a sumar y aportar su granito de arena y no figuras que quieran aprovechar ese momento de fama que vivía el club”, remarcó el ex presidente de la Institución, Plinio David De Nes.
En diálogo con Infobae, el ex mandamás detalló cómo fue la reconstrucción de la institución en sus casi tres años de gestión. Además, contó lo que le provocó caminar por las instalaciones del club en su primer día de trabajo, porqué volvió a nacer luego de no haber abordado el avión de la tragedia, en qué instancia se encuentra la causa judicial y también reveló cuál fue el único equipo europeo que les donó dinero.
¿Cómo está usted a nivel personal después de cargar con tanto peso tras la tragedia?
Triste por la situación que atravesamos, no se la deseo a nadie. En noviembre de 2016 cuando fue el accidente yo era el presidente de la Junta de Chapecoense. Todos los que estaban a mi lado: dirigentes, integrantes del cuerpo técnico, jugadores, funcionarios y parte de la prensa, murieron y estuvieron ligados a mi durante 11 años. Trabajábamos juntos. Yo estuve en distintas áreas: colaborador, director, vicepresidente, presidente de la junta y el mandamás del club. El accidente fue el 28 de noviembre. Yo estaba destinado a viajar con ellos en ese mismo avión pero no pude.
¿Por qué no pudo viajar?
Por compromisos personales que tuve en San Pablo, por eso permanecí hasta ese día en esa ciudad. Tenía pensado tomarme un vuelo desde allí a Medellín. Fue terrible enterarme de ese accidente y perder a todos mis compañeros y amigos. No podía en ese momento dejar que Chapecoense se caiga por completo. Por esa razón, agarré la conducción del club. Muchas personas no querían hablar sobre la continuidad del club y yo necesitaba cuanto antes saber que es lo que querían para enfrentar todos juntos las dificultades que surgieron. Pero al final, aceptaron la responsabilidad de darle continuidad. No fue una función fácil llevar a cabo pero lo hice por el sólo hecho de no dejar caer al club y agradecerles a todos los que fallecieron lo que hicieron por la institución. Y revivir, además, los momentos de euforia que pasamos.
Estaba en la lista de los que iban a viajar pero no pudo ir. ¿Fue como volver a nacer después de ese día?
Si, volví a nacer. Yo siempre viajé con el plantel a todos lados, no dejé de hacerlo. Si hoy estoy vivo, es porque Dios quiso que me quedara para continuar en el club a liderar la reconstrucción. Como otros también que se suponía que debían estar en el avión y no lo estaban. Entonces, yo no tengo esa preocupación, viajo tranquilo, sin ningún problema. En el 2017, hicimos tres viajes alrededor del mundo en avión y volamos casi 400 horas. Dejé de viajar el año pasado cuando tuve la salud quebrada en ciertos momentos. Pero ese día de la tragedia, yo me quedé en San Pablo porque estaba con algunos trámites personales.
¿Cómo llevó adelante la reconstrucción del club?
Fue muy difícil. Hubo mucha solidaridad de diferentes clubes de Brasil, Argentina, España, Japón e Italia. También, de Inglaterra, Uruguay y Paraguay que nos ofrecieron su apoyo. Con mucho trabajo se dio continuidad al proyecto. En seis días, armamos una estructura directiva con un departamento de fútbol en el cual estamos muy agradecidos a Rui Costa, su director, y a Vagner Mancini, el que ocupó el cargo de entrenador. Logramos todo esto a partir del momento en que todos se solidarizaron con Chapecoense. Fue muy importante para nuestra refundación la población de chapecó, además de las empresas que colaboraron con dinero, los clubes brasileños que aportaron sus jugadores y las comunidades sudamericanas que se pusieron a disposición. Todos fueron solidarios. El departamento de comunicación se encargó de la captación de recursos para volver a empezar. De esta manera, montamos una nueva estructura en el club en 25 días. Lo primero que logramos fue participar en el Brasileirao, el Campeonato Catarinense, la Primera Liga, la Copa de Brasil, la Recopa Sudamericana y participamos de la Libertadores 2017 por haber ganado la Sudamericana. Luego, le dimos continuidad a nivel internacional para atender compromisos ya programados. Jugamos la Copa Gamper ante el Barcelona en España. Mas adelante, disputamos un amistoso con el Torino en Italia y la Suruga Bank en Japón frente a Urawa Red Diamonds. Afrontamos cerca de 70 partidos en el 2017. Recaudamos mucho dinero que nos ayudó mucho para paliar deudas y comenzar la reconstrucción.
¿Recibió en algún momento una ayuda económica de los clubes más poderosos del mundo?
Si, el Barcelona fue el único que nos donó 500 mil euros. Hicimos una presentación ante el Barça en el Camp Nou donde jugaron con todos sus titulares y nos dieron la mitad de la recaudación. Lionel Messi en ese partido fue muy simpático con nosotros. También, enfrentamos a la Roma de Italia el primero de septiembre en el Estadio Olímpico y nos brindaron toda la recaudación. Dimos tres vueltas al mundo jugando diversos amistosos durante el año post accidente. Todo eso nos dio mucho trabajo y mucha fuerza para seguir creciendo. Fue una procesión diaria para rearmar nuestro club con el objetivo de que no decaiga y homenajear a todos aquellos que se fueron.
¿Cómo fue su primer día de trabajo tras la tragedia aérea?
Fue muy doloroso. Muy triste caminar por las instalaciones del club. El primer día, estuve muy alterado con muchas dificultades para expresarme. Cada puerta que abría era una imagen de mis compañeros que se me venia a la cabeza. Tres días antes estaba reunido con el presidente de ese entonces, Sandro Luiz Pallaoro, en su oficina tomando un café, antes de que yo viaje a San Pablo. Lo último que me dijo fue: “Nos vemos en Medellín”. Yo sueño con mis excompañeros todos los días. Sigue siendo muy triste cuando recuerdo cómo perdieron sus vidas. Éramos personas muy unidas con el sueño de ser campeones de la Sudamericana en Colombia. Había mucha expectativas por esa final, una tensión muy grande. Tengo fotos de los que murieron y en cada rincón del club se me vienen esas imágenes, los recuerdos y las anécdotas. Son memorias que jamás se apagaran.
¿De dónde sacó fuerzas para seguir con la reconstrucción?
Las fuerzas llegaron de todos los lados pero especialmente de mi familia, que fue el principal sostén porque la abandoné prácticamente durante los tres años de mi gestión. Nos propusimos disputar los torneos nacionales e internacionales como la Libertadores 2017. Todo eso, sumado al día a día de convivir con las personas con las que decidimos sacar adelante al club, provocó que podamos cumplir los objetivos planteados. Yo tengo una esposa y dos hijos. Ellos, me brindaron horas de cariño y alegría que necesitaba cada día que regresaba a mi casa, después de tanta tristeza.
¿Qué contención se les dio a los familiares de las víctimas?
Yo tengo una relación muy buena y respetuosa. Siempre atendí a todos. Evaluamos caso por caso. Había muchas familias con necesidades económicas y suplimos esas falencias. Se formaron sociedades financieras que nos ayudaron a cumplir con todo lo que figuraba en los contratos de los jugadores fallecidos. Algunos de ellos acababan de renovar sus vínculos, otros estaban a punto de vencerles con sueldos elevados. Nos adecuamos a esos valores y nos hicimos cargo. Llevamos adelante muchas negociaciones en las cuales las partes quedaron conformes. Pagamos primas también. A raíz de eso, se generó una crisis económica en el club que llevó a perder la categoría y no permanecer en la Serie A. En ese momento, la dirigencia me pidió que renuncié por razones que hasta ahora desconozco. Pero comprendí en aquel momento que renunciando serviría para descomprimir la situación. Entonces, le dejé el camino libre al actual presidente, Paulo Ricardo Magro, para que trabaje de la manera que ellos creían. Cuando presenté la renuncia, mi dirigencia ejecutiva también lo hizo. Tengo la conciencia tranquila que con todas esas familias que procuraron conversar con nosotros les fui muy sincero. Les dije si era posible o no llevar a cabo su pedido. Nunca le prometimos algo que no podíamos cumplir. Siempre utilizamos esas dos palabras: ´Si o no (podemos)´. Y fuimos bien entendidos por todas las partes.
El club contaba con apenas dos futbolistas para arrancar la temporada. ¿De qué manera se las arregló para rehacer el equipo entero?
Por la solidaridad de los clubes brasileros. Me reuní con distintos presidentes para ver qué posibilidades había de que nos cedan jugadores. No fue difícil conversar con ellos, se pusieron a disposición. Nos cedieron futbolistas bajo sus condiciones. La idea fue incorporar chicos que vengan a sumar y aportar su granito de arena y no figuras que quieran aprovechar ese momento de fama que vivía el club. A los 30 días del accidente, tenía un plantel armado con jugadores con valores excepcionales. Algunos estaban en nuestro país y como no tenían continuidad en sus clubes, se sumaron a Chapecoense. Otros llegaban del exterior para sumarse a San Pablo, Palmeiras, Flamengo, pero como no fueron tenidos en cuenta, se sumaron a Chapecó. La solidaridad de los clubes brasileros fue vital para el armado del plantel.
¿Hubo algún jugador que se sintió con la obligación moral de regresar para ayudar a la reconstrucción y no por una cuestión económica?
Si, varios jugadores. No quiero nombrar uno por uno porque podría hacer injusticia al olvidarme de alguno. Pero hubo cinco o seis que se bajaron sus salarios y regresaron no por dinero, sino para ayudar a reconstruir a Chapecoense. Esos gestos nunca los olvidaremos. Mantenemos el reconocimientos de estos atletas de una manera muy querida. Algunos tiene problemas de lesiones graves, jugando sin quejarse. Son esas cosas que el fútbol a veces no muestra, las más valiosas y las menos también. Realmente, fue algo que nos marcó a todos en esta refundación del club, pero esos son los frutos para esas personas que se juntaron alrededor de una meta y por ese objetivo lucharon todos los días para que pudiéramos llegar a llevar a cabo la reconstrucción. Esos jugadores no tuvieron motivación económica. Fue un sentimiento de compromiso muy fuerte que muchas veces traspasan a los ídolos y a los cracks.
¿Cómo es el presente de los futbolistas sobrevivientes?
Ruschel, Follmann y Neto fueron los tres atletas que sobrevivieron. Alan fue el que retorno con más condiciones físicas a las canchas. Follmann sufrió una amputación en su pierna derecha y Neto tuvo un traumatismo craneal, quién intentó retornar a los campos y no lo consiguió. Alan, por su parte, sigue siendo jugador profesional y hoy es parte del plantel. El año pasado estuvo en el Goiás y llegó a marcar goles. Pero en este 2020 volvió a Chapeco y es el único de los tres que todavía sigue activo. Neto permanece dentro del club como director del Departamento de Futbol. A Follmann desde el primer momento lo nombramos Embajador del club. Es una persona que representa a Chapecoence en el ámbito nacional e internacional. Conserva una grandeza y un espíritu maravilloso. También, sobrevivió al accidente el periodista Rafael Henzel, quién se fue a vivir a Chapecó y el año pasado producto de una paro cardiaco, falleció. Es increíble la vida, zafó de un accidente aéreo y murió de un infarto.
Existió un rumor en su momento que decía que Ronaldinho y Riquelme podrían haberse sumado al plantel de jugadores. ¿Cuánto hay de cierto y si hubo conversaciones al respecto?
Si, existieron comentarios sobre la posibilidad de Ronaldinho y Riquelme, como de otros jugadores también querían venir a participar. Pero siempre tuvimos mucho respeto por la gente y nunca dijimos que no lo recibimos, pero tampoco manifestamos lo contrario porque una manifestación de esa naturaleza debería salir por lo menos, de ellos, de Ronaldinho y del mismo Riquelme. Pero ninguno se manifestó al respecto, llegó a través de terceros. Y sabemos que eso es normal en el fútbol, a veces Ronaldinho tiene un amigo, Riquelme tiene un amigo. Honestamente, no teníamos eso.
Desde el momento del accidente y llevando a cabo la construcción, ¿Cambió la imagen del club y que visión tiene ahora frente a las desigualdades con los grandes equipos del futbol brasileño?
Yo creo que nunca fue diferente. En ese momento, no hubo otro dirigente de fútbol en el mundo que tuvo tanta responsabilidad, dificultad y compromiso como yo lo tuve en el Chapecoense. Fue una cosa muy diferente a lo normal. Nosotros tuvimos que resolver el hecho de darle continuidad. La Chape nació fruto de una solidaridad muy grande de su comunidad en torno a una representación mayor de su pueblo y fundó la Asociación Chapecoense en 1973. Hoy, tiene 47 años de vida. Durante todo ese periodo, tuvimos muchas dificultades también. Un equipo de una pequeña ciudad, localizada a 800 km de la capital (Brasilia), donde se disputaba los mayores juegos de Brasil. Yo soy uno de los fundadores del club que tiene verdaderos guerreros. En 1976 fuimos campeones por primera vez de la región de Santa Catarina con un plantel reducido de 14 jugadores. Su entrenador era prácticamente todo: nutricionista, manejaba la logística, era el director y administrador. Tres años más tarde, disputamos el primer campeonato brasilero. Se llamaba Roberto Gómez Pedrosa. Era un torneo con 60 equipos de todo el país.
¿En qué instancia se encuentra la causa judicial de la tragedia?
La tramitación continua un poco demorada tanto en Brasil como en el exterior. Aún quedan muchas cosas por conocer. No soy abogado, pero en mi opinión, la causa se resolverá en seis, ocho, diez años. Hay que tener un poco de compasión por las familias de los damnificados. Una vez que se cumpla con el derecho de las familias, la institución buscará efectivamente y con toda justicia, sus retribuciones. Primero, queremos que se cumplan los derechos con las familias. Más adelante, el club también deberá ser compensado. Sufrió pérdidas, tuvimos muchos deportistas que fueron contratados y adquiridos por nosotros. Teníamos todos los derechos federativos, eso es bueno para el club. Y de repente, todo lo que teníamos desapareció en el accidente. Entonces, Chapecó también tiene sus derechos. Hoy soy consciente de que ya se están observando muchas cosas por parte de las aseguradoras por los movimientos que hicieron las familias al ir a los Estados Unidos y tener una reunión con este grupo que aseguró la aeronave. Entonces, se tomaron muchas acciones que ahora comienzan a fluir para dar la secuencia. Pero un accidente aéreo es algo que, lamentablemente, lleva mucho tiempo para una solución completa.
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