La emblemática plaza de la Grand Post de Argel, abarrotada por cientos de argelinos que siguieron la final de boxeo -66 kilogramos en los Juegos Olímpicos, estalló de emoción este viernes con el oro de Imane Khelif: «Estamos todos con ella», coincidieron sus seguidores.
Cual experimentados aficionados, jóvenes, familias, ancianas y niños mantuvieron la respiración ante los golpes de la china Liu Yang y jaleaban cada asalto de Khelif, aunque lo único que parecían querer ávidamente mostrar era un apoyo incondicional a la deportista, que afrontó la competición envuelta en la controversia sobre su sexo.
«Esta chica ha hecho una cosa increíble; es la primera vez que en Argelia la gente se interesa por el boxeo femenino», le explicó a la Agencia EFE Imad Meguelati sobre el éxito de la convocatoria: «Lo que la gente dijo sobre ella es horrible y afectó a todo el mundo; (por eso) estamos todos (aquí) con ella», manifestó.
La polémica contra su participación en los Juegos, pese a que el Comité Olímpico Internacional (COI) nunca cuestionó su condición de mujer, ha marcado la agenda de los argelinos que durante esta semana siguieron las competiciones con entusiasmo y, a ratos, con rabia ante las incesantes críticas, azuzadas por dirigentes políticos.
«Todos estamos orgullosos de ti, campeona olímpica Imane. Tu victoria de hoy es la victoria de Argelia y tu oro es el oro de Argelia», escribió el jefe del Estado, Abdelmadjid Tebboune, sobre un éxito que ha trascendido lo deportivo e incluso tuvo eco en el Consejo de Seguridad de la ONU.
La argelina había sido descalificada del campeonato mundial del año pasado por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), dominada por Rusia, al no pasar una dudosa prueba de elegibilidad para las competencias femeninas.
En 2023, el COI tomó la medida sin precedentes de prohibir permanentemente a la IBA en los Juegos Olímpicos, después de años de preocupaciones sobre su gobernanza, equidad competitiva y transparencia financiera.
El presidente de la COI, Thomas Bach, tuvo que defender en rueda de prensa durante la competición que «nunca hubo ninguna duda» sobre que Khelif y la también finalista en los -57 kilogramos Lin Yu-ting de estas Olimpiadas (las dos descalificadas por la inhabilitada IBA) nacieron, crecieron y compiten como mujeres.
Argelia tampoco tuvo nunca dudas. Y la historia de superación de Khelif en las Olimpiadas le convirtió en un «modelo» no solo de la «mujer argelina» sino de todo «el pueblo», consideró Imad.
Porque su «lucha» viene de largo: de una alejada aldea de Tiaret al podio olímpico. Para costearse el billete de autobús y continuar sus entrenamientos de boxeo, tuvo que vender chatarra y su madre cuscús; mientras su padre, Amar Khalif, desaprobaba su carrera como boxeadora.
Hoy Amar es uno de sus más entregados aficionados y defensores que siguió la final desde la modesta casa familiar rodeado de apoyo, declaró a EFE, porque hoy su pueblo, a unos 300 kilómetros de Argel, es un trasiego continúo de simpatizantes.
Amar esperaba que la victoria de este viernes fuera la respuesta en el cuadrilátero a quienes «lideraron una campaña en su contra». Y lo fue.
«Imane merece todo el triunfo, le deseo todo el éxito en su trayectoria deportiva», zanjó en declaraciones a EFE el joven Adel tras festejar en el centro capitalino la medalla de oro que Argelia se ha puesto como si fuera suya. EFE
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