Estados Unidos criticó este miércoles el trato que el régimen de Irán dio a la escaladora Elnaz Rekabi y advirtió que el mundo tiene los ojos puestos sobre el caso, que difícilmente pasará desapercibido ahora.
“El régimen iraní y sus líderes tienen un largo historial de abusos contra los derechos de las mujeres y de violaciones a su libertad de expresión, incluso a través de amenazas, intimidación y violencia”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel.
En esa línea, agregó que “los informes de intimidación y amenazas a Elnaz Rekabi parecen ser el último ejemplo imperdonable de tales tácticas” y sentenció que “el mundo y el pueblo iraní estarán observando cómo la tratan”.
El caso de la joven escaladora cobró mucha relevancia en los últimos días tras haber participado de una competencia en Corea del Sur, de la cual participó sin el velo que el régimen la obliga a vestir -al igual que a todas las mujeres-.
Rápidamente, las redes sociales interpretaron esto como una señal en apoyo a las múltiples protestas que hace más de un mes tienen las calles de todo el país copadas por mujeres y hombres que reclaman justicia por la muerte de la joven kurda Mahsa Amini y que exigen el cese de medidas arcaicas y misóginas.
Sin embargo, la marea de apoyo se vio teñida de la preocupación que se dio en torno a su paradero y a las posibles represalias que el régimen habría tomado en su contra tras desafiarlo.
Una versión difundida por la cadena de noticias de la BBC afirmaba que la mujer había sido llevada a la embajada de Irán en Seúl bajo engaño, donde le habrían sacado sus documentos y la habrían montado en un avión para llevarla a Evin, la prisión en Teherán donde se alojan los presos políticos.
Esta versión provista por una fuente cercana a Rekabi aseguraba también que la delegación había abandonado el hotel en la capital surcoreana antes de lo previsto y remarcaba las dificultades que el entorno tenía para dar con ella.
Sin embargo, tras muchas especulaciones y momentos de tensión, la escaladora reapareció en el aeropuerto internacional Imán Jomeiní, donde fue recibida por decenas de personas al grito de “campeona”. También estuvieron allí presentes sus familiares, quienes habían manifestado temor por su seguridad.
Por su parte, la deportista afirmó sentirse “estresada” y “tensa” y repitió las disculpas que en la tarde del martes había publicado en su cuenta de Instagram. Así, explicó que “estaba ocupada poniéndome mis zapatos y mi equipo, y eso hizo que me olvidara de ponerme el velo” y remarcó que “regreso a Irán con la mente en paz a pesar de que siento mucho estrés y tensión. Pero gracias a Dios, nada ha ocurrido”.
A raíz de la extraña secuencia de los hechos, muchos grupos de activistas temen que sus comentarios, al igual que su posteo en redes, se hayan hecho bajo presión.
El Comité Olímpico Internacional sigue el caso de cerca
En lo que respecta al entorno deportivo, el COI anunció este miércoles que recibió “claras garantías” de que la escaladora “no sufrirá ninguna consecuencia y seguirá entrenando y compitiendo”. El mensaje se dio tras una “reunión conjunta entre el COI, la Federación Internacional de Escalada (IFSC) y el Comité Olímpico Nacional iraní (CON)”.
Asimismo, destacaron haber estado en contacto con ambos organismos “desde que se nos informó de la situación de la deportista” y prometieron “seguir vigilando de cerca la situación en los próximos días y semanas, en coordinación con la IFSC y el CON iraní”.
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