Alemania 2006 extinguió la luz de los mundiales de una galaxia conformada por Ronaldo Luís Nazário, Zinedine Zidane, Cafú, Alessandro del Piero, Francesco Totti y Oliver Kahn. Pero también fue el nacimiento en las copas del mundo de dos estrellas, cuyo brillo ha logrado opacar a otros astros por más de 16 años.
En la Copa del Mundo en la que Italia quedó en el primer lugar, los portugueses gritaron de emoción desde el 11 de junio cuando enfrentaron a Angola. Su emoción se dio por el talento del joven que llevaba el 17 en su espalda. Con 21 años y la personalidad de un experimentado, Cristiano Ronaldo demostró su velocidad, potencia física, fácil desborde y los lujos que tenía en su sombrero futbolístico. Un centro de rabona y un impacto de cabeza que estrelló en el palo avizoraban, desde el debut mundialista, un diferente de este deporte.
Seis días después, una pulga se haría gigante en el encuentro entre Argentina y Serbia. Un rosarino llamado Lionel Messi ingresó faltando 17 minutos por Maxi Rodríguez. Tenía la número 19 y jugó como si tuviera capacidad para esas dos posiciones, la de un 10 y la de un 9. Gambetas, paredes, distribución, un pase gol a Hernán Crespo y el sexto gol del encuentro, y con solo 19 años en su primer Mundial. Un salido del molde.
Los argentinos pusieron su fe en Carlos Tévez, Juan Román Riquelme, Esteban Cambiasso, Javier Mascherano y Hernán Crespo. Los portugueses en el histórico Luís Figo, sin saber que Messi y CR7 se convertirían en su religión.
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