María Graciela Briceño y sus dos de sus mejores amigas se acomodaron en sus asientos detrás del plato en el estadio de béisbol de la capital venezolana sabiendo que el juego inaugural de esta temporada no estaría a la altura de los últimos años.
Una crisis cada vez más profunda ha dejado a su país en ruinas, y una reciente medida del gobierno del presidente estadounidense Donald Trump ha impedido que los jugadores afiliados a las Grandes Ligas salten al terreno, provocando que el campeonato pierda el brillo de antaño.
Briceño, una maquilladora de 30 años, dijo que poco la mantendría alejada del estadio. “Sabía que no iba a ser una temporada como las que estamos acostumbrados”, dijo.
En Venezuela, la presencia femenina en los estadios es masiva, casi a la par de los hombres, y se cuentan entre los que celebran con euforia cada jugada.
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“Sigo amando el béisbol, sigo estando en Venezuela y en Caracas y no hay manera en la cual uno pueda evitar venir aunque estén siendo las peores condiciones”, agregó.
La popular Liga Venezolana de Béisbol Profesional comenzó su temporada el martes con cientos de fanáticos que se congregaron en el estadio Universitario de Caracas y en otras partes de este país sudamericano devastado por la crisis. Los tiempos difíciles también han acortado la temporada en un tercio de sus juegos y comenzó semanas tarde.
En Venezuela, sin embargo, el béisbol local sigue siendo una pasión. Durante unas horas es un oasis para las personas que se sienten abrumadas por el diario vivir. Es un lugar seguro para beber cerveza, lanzar insultos a los jugadores y desahogarse.
También es para unos pocos afortunados. El lujo de una noche de diversión para una pareja que compra boletos, cerveza y perritos calientes cuesta fácilmente el doble del salario mínimo mensual equivalente a los 15 dólares que ganan la mayoría de los venezolanos.
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La apertura del campeonato de béisbol, sin embargo, trajo algo de esparcimiento. Los Leones recibieron en su casa de Caracas a los Tigres de Aragua. A pesar de un notable número de asientos vacíos, el juego no decepcionó. Los Tigres se impusieron por 6-3.
“Somos los mejores fanáticos del mundo”, dijo Jesús Lezama, un fanático de 100 años, cuyo nombre lleva la Copa de la presente edición del torneo. Lezama fue homenajeado en el diamante antes del primer lanzamiento por sus años de dedicación. Luego, los jugadores trotaron para escuchar música de salsa. “¡Play Ball!”, gritó el locutor.
Los jugadores de las Grandes Ligas estuvieron notablemente ausentes, dijeron muchos fanáticos. A lo largo de su historia, la liga de invierno de Venezuela atrajo a luminarias como Bob Gibson, Barry Bonds y Pete Rose. Seis jugadores en la reciente Serie Mundial eran venezolanos, sobresaliendo José Altuve de los Astros de Houston.
El torneo invernal era aprovechado por los peloteros de las mayores para pulir sus habilidades durante el receso de temporada, y el béisbol es parte del tejido nacional de Venezuela.
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La ausencia se debió a las amplias sanciones de la Casa Blanca con el objetivo de obligar a Maduro a abandonar el poder. Las medidas financieras prohíben a las personas y compañías estadounidenses tratar con el gobierno de Maduro, como la empresa petrolera estatal PDVSA, que por años fue uno de los más importantes patrocinadores de la liga de béisbol.
Giuseppe Palmisano, presidente de la Lvbp, pasó el día de apertura en Miami tratando de llegar a un acuerdo con Grandes Ligas y el gobierno de los Estados Unidos para rescatar la temporada. Dijo que la liga venezolana había abandonado su patrocinio de Pdvsa, apoyándose más en empresas privadas que durante años han patrocinado la liga, como Coca-Cola, Toyota y el gigante venezolano de alimentos y cerveza Polar.
Palmisano dijo que esperaba que las circunstancias cambiaran pronto para que los jugadores de la MLB pudieran jugar más tarde en la temporada. Horas antes del primer lanzamiento el martes, funcionarios estadounidenses anunciaron cambios en sus sanciones a Venezuela, pero MLB no respondió de inmediato si habría un cambio en su posición.
“Sí, estamos conscientes de que la vistosidad del juego no va a ser la misma”, dijo Palmisano en una entrevista con la AP realizada en un hotel de la ciudad de Doral, donde vive una de las comunidades venezolanas más numerosas del sur de la Florida.
Pero el tira y afloja afuera del país quedó en segundo plano bajo las luces deslumbrantes del estadio de Caracas. Los fanáticos, ataviados con las franelas de sus equipos, se metían con los jugadores del equipo contrario y vitoreaban entusiastas jugadas dramáticas. Entre las entradas se abalanzaron para obtener camisetas gratis, lanzadas con pistolas de aire a las tribunas.
Yadir Drake, un cubano de 29 años que juega como jardinero de los Tigres, comentó que los partidos en Venezuela tendrán un béisbol más agresivo debido a la ausencia de peloteros con contratos de MLB, haciéndoles más entretenidos para el fanático.
Drake es uno de varias docenas de extranjeros enrolados para esta temporada, la mayoría procedente de la República Dominicana. Drake dijo que cuando él y los otros jugadores pisan el diamante, la política es lo último en lo que piensan, especialmente cuando los fanáticos comienzan a gritar.
“Sabes que la afición se va a meter contigo y esa de las tantas cosas que te ayudan”, expresó el cubano. “Te animan a seguir jugando el béisbol y jugarlo agresivamente”.
AP
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