Pese a disputarse a puerta cerrada por la pandemia, los Juegos de Tokio-2020 dejaron momentos que pasarán a la historia del olimpismo, desde desenlaces inéditos, homenajes y despedidas, e incluso una petición de matrimonio ante las cámaras de televisión.
La amistad por encima del oro
El salto alto masculino tuvo un desenlace jamás visto. El italiano Gianmarco Tamberi y el catarí Mutaz Essa Barshim saltaron 3,27 m tras un concurso calcado. El juez les explicó que podían disputar un desempate o compartir el oro. Entonces los dos amigos se miraron, se estrecharon la mano y celebraron juntos el triunfo. “Me merecía la medalla de oro. Él también la merecía. Queremos dar un mensaje a las nuevas generaciones: La amistad vale más que todo”, declaró el catarí.
Sí quiero
Tras quedar eliminada, la esgrimista argentina María Belén Pérez estaba siendo entrevistada por la televisión argentina, cuando por detrás apareció su entrenador y pareja sentimental desde hace 17 años, Lucas Saucedo, con un cartel que decía: “Flaca. Te querés casar conmigo???”. Tras la sorpresa inicial y visiblemente emocionada, ella aceptó rápidamente la propuesta estampando un beso al que será su marido, quien ya le había pedido matrimonio durante un Mundial celebrado en 2010 en París, pero de forma más íntima y ella dijo que no. A la segunda, y delante de las cámaras, fue la vencida.
Actuación de 10
China es la gran potencia actual en los clavados y en Tokio-2020 solo dejaron escapar un título de los 8 en juego (el de los saltos sincronizados masculinos). Por ello no es extraño que Hongchan Quan se colgase el oro en la prueba femenina de plataforma de 10 metros, pero sí es destacable la manera cómo lo hizo: con tres saltos (en cinco rondas) que merecieron un 10 perfecto. ¡Y solo tiene 14 años!.
Homenaje de rivales y árbitros
Uno de los deportistas que se retira tras los Juegos es Luis Scola. En el partido de cuartos de final, con el marcador ya decidido a favor de Australia, Sergio Hernández sacó de la cancha al último superviviente de la ‘Generación Dorada’ del básquet argentino para que recibiera un último homenaje. Durante más de un minuto se paró el partido y compañeros, rivales, árbitros y el escaso público presente en Saitama se puso de pie para despedir a una leyenda, que no pudo reprimir las lágrimas.
Éxtasis en la piscina
La norteamericana Katie Ledecky se presentaba en Tokio como la reina de la piscina, pero la australiana Ariarne Titmus osó discutirle el trono y, en un épico duelo, la derrotó en los 400 metros libre. Tras confirmarse el oro para la oceánica, su entrenador Dean Boxall ‘enloqueció’ y lo celebró de una manera tan efusiva en las gradas que hasta asustó a una voluntaria de la organización, una escena que se viralizó rápidamente a través de las redes sociales.
Demostración tecnológica
Una de las cosas por las que es reconocido Japón en todo el mundo es por su industria tecnológica, de las más avanzadas. El anfitrión de los Juegos no dejó escapar la ocasión para demostrar una vez más de lo que es capaz, como un enjambre de 1.824 drones que dibujaron en el cielo un globo terráqueo en la ceremonia de apertura. También impresionó el robot que amenizaba los descansos en los partidos de básquetbol, capaz de encestar desde varias posiciones, incluso a media cancha, sin fallar un tiro.
Juventud al poder
El Comité Olímpico Internacional (COI) busca llamar la atención de un público más joven con la introducción de nuevos deportes mas ‘modernos’ como el BMX, la escalada y el skateboarding. Eso se traduce también en que en estas especialidades los medallistas suelen ser adolescentes. En la modalidad de Park del skateboarding, la plata fue para la china Kokona Hiraki (12 años y 343 días) y el bronce para la británica Sky Brown (13 años y 28 días). Ambas aspiraban a convertirse en la campeona olímpica más joven de la historia, un récord que seguirá manteniendo la estadounidense Marjorie Gestring, oro en trampolín 3 metros en los Juegos de Berlín-1936 con 13 años y 268 días.
Un bronce contra los ‘demonios’
Llegó como una de las grandes estrellas de los Juegos y la presión y la ansiedad, que ella misma definió como “demonios”, pudieron con ella y tuvo que ser sustituida en el concurso por equipos, revelando al mundo los problemas de salud mental que afectan a muchos deportistas. Regresó en la última jornada de la gimnasia para participar en la final de la barra de equilibrio y pese a no ganar el oro, subió al podio para colgarse un bronce que supuso un bálsamo a sus problemas, aunque la joven nativa de Ohio reivindicó: “Mi salud física y mental cuentan más que todas las medallas que pueda ganar”.
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