Las reggaetoneras Natti Natasha y Becky G lanzaron este martes «Ram Pam Pam», un tema picante donde abrazan su sexualidad demostrando que el feminismo en el reggaetón ya es un hecho, por mucho que pese a los defensores de la castidad que siguen acusándolo de misógino.
AFP
«Todos deberíamos coexistir», dice Becky G, la cantante estadounidense-mexicana de 24 años conocida por éxitos como «Mayores», en una entrevista a la AFP.
«¿Cómo se define el feminismo?», prosigue. «Creo que es diferente para todos. Todos tenemos nuestras necesidades. Mi manera de ser empoderada como mujer es decidiendo que, cuando voy allí, es porque elijo ir ahí».
«Ahí», por ejemplo, es el lugar donde las artistas femeninas exploran su sexualidad sin inhibiciones ni vergüenza, en la misma línea que la realeza reinante del hip hop en inglés: Megan Thee Stallion y Cardi B.
Para Natti Natasha, quien lanzó su fama con «Criminal», esto ni siquiera es «un tema de conversación» cuando está creando música.
«Estamos en toda nuestra libre expresión. Estamos súper cómodas. Si tanto Becky como yo no nos sintiéramos cómodas hasta con una letra en la canción, no la cantaríamos», dice la dominicana de 34 años que se hizo a sí misma tras mudarse a Nueva York y firmar con Don Omar.
Ahora ella y Becky estrenan «Ram Pam Pam», un tema tan pegadizo como su primera colaboración hace tres años: «Sin pijama», un sexy video musical que alcanzó 1.800 millones de reproducciones en YouTube.
En este nuevo tema le cantan desde el gimnasio de una escuela a un hombre que las abandonó: «Tengo novio nuevo que me hace ram pam pam / no me busques que aquí no aquí queda na’ de na'».
Y luego detallan cómo el nuevo candidato las satisface: «Ahora tengo a otro y más rico me cabe / ya tú sabes amargo y él es más rico y suave». Y el golpe final: «Ahora llego cuando quiero yo».
Este estilo le ha ganado innumerables críticas al reggaetón, que desde sus inicios ha tenido reputación de ser hipersexualizado y misógino.
«Siento que estas críticas vienen más desde la perspectiva de personas que quizás no están acostumbradas a eso; quizás esos son los pensamientos que nos limitan un poquito más», dice Natti, o Natalia Gutiérrez, a la AFP.
Cuando el género nacía en el Puerto Rico de los años 90 –era entonces llamado «underground»–, era objeto de campañas de censura y las grabaciones eran blanco de redadas policiales debido a su carácter «pornográfico».
Ahora, con la transición al pop de un género más «mainstream», ¿qué tal si esta hipersexualización que antes era censurada hoy fuera interpretada, en cambio, como una forma de empoderamiento de la mujer?
Dueñas de sus cuerpos
«Tal vez no se alinee con la idea que tiene cada quien de lo que es el feminismo, pero la intención es abrir el camino para las que vengan después», dice Becky G, también una artista «self-made» que ganó fama gracias a los videos que subía a YouTube de adolescente.
Para Petra Rivera-Rideau, profesora de Estudios Americanos en la Universidad de Wellesley en Massachusetts, el trabajo que están haciendo las mujeres en el reggaetón –Becky G, Natti Natasha y otras como la colombiana Karol G, la brasileña Anitta y la estadounidense Mariah Angeliq– «definitivamente puede verse como una forma de feminismo».
A principios de los 2000, cuenta la experta, las mujeres en el reggaetón eran percibidas «como problemáticas, demasiado sexuales, como que no eran ‘buenas chicas’ porque estaban en este tipo de espacios donde las mujeres respetables o las chicas buenas no deberían estar».
En aquella época, la puertorriqueña Ivy Queen era la más conocida de un puñado de mujeres que interpretaban un género internacionalizado en 2004 por Daddy Yankee, con «Gasolina».
«Creo que gran parte de esta vigilancia policial hacia las mujeres en el reggaetón ha consistido en reforzar muchas suposiciones de que las mujeres deben ser modestas para ser respetables y dignas, y hay mucho peligro en esas narrativas», añadió la experta, autora de un libro sobre la historia del género, «Remixing Reggaetón», de 2015.
Para muchos, la representación de una mujer sexy latina siempre será criticada como un estereotipo y siempre habrá quienes «piensen que [el reggaetón] es horrible y vergonzoso», prosiguió Rivera-Rideau.
«No obstante, también necesitamos espacios donde las personas puedan expresarse libremente. Y las mujeres merecen ser dueñas de su sexualidad y de sus cuerpos».
Y a Becky G, o Rebecca Gómez, le encanta que la conversación sobre este tema esté cambiando.
«En lugar de decir ‘¿Ah? ¿Qué dijo ella?'», cuenta, imitando la expresión de una persona escandalizada, «ahora te dicen ‘¡Bien, muchacha! Te veo. Tal vez no me atreva a hacer eso pero te veo’. Ahora es muy diferente».
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