Si en Inside Out se adentraba en el cerebro de los seres humanos, en Soul Pete Docter busca en el alma para construir una historia que funde música y sueños en la primera película de Pixar con un protagonista negro que es una nueva joya de estos estudios de animación.
EFE
Quizás le falta la irreverencia de Toy Story, la perfección de Wall-E, la magia de Coco o el humor de Los increíbles, pero Soul es un gran compendio de los 25 años que lleva Pixar revolucionando el mundo de animación.
Preciosista hasta en el más mínimo detalle, Soul completa el estudio del interior de las personas que Docter comenzó en Inside Out y lo hace en clave existencialista, tratando de responder a una de las preguntas clave de la humanidad: ¿cuáles son las razones de identidad de cada ser humano?
La respuesta es la que busca Joe, un músico dedicado a la enseñanza que por fin consigue su gran oportunidad, actuar en un club de jazz acompañando al piano a la cantante Dorothea. Pero surge un pequeño obstáculo: se muere.
Cuando se ve en la escalera que le lleva al cielo, hace lo imposible por regresar a la Tierra, pero acaba en el ‘Great before’, el lugar en el que las nuevas almas reciben sus personalidades antes de nacer como seres humanos.
Dos mundos muy diferentes, el colorista y vertiginoso Nueva York en el que vive Joe y el paisaje de nubes azules y rosadas en el que se mueven las blanquecinas almas mientras esperan encontrar la chispa que complete sus características.
El contraste entre ambos mundos es evidente y no solo por los colores. La música, las voces y hasta el ritmo de la narración es completamente diferente, hasta el punto de que parecen dos películas vinculadas por un solo personaje.
Pero son precisamente esas diferencias las que dotan a la película de una unidad difícil de entender solo con el planteamiento inicial.
Hay que ver el filme -desde hoy en Disney+-, para entender la idea que le surgió a Docter cuando hace 23 años nació su hijo. El realizador se dio cuenta de que el bebé tenía su propia personalidad desde el mismo instante de su nacimiento.
“¿De dónde le venía? Yo creía que la personalidad se desarrolla a medida que interactúas con el mundo. Pero estaba claro que todos nacemos sabiendo de forma muy certera quiénes somos”, explica Docter en las notas de producción de Soul.
Con ese punto de partida, Docter, Kemp Powers (codirector) y Mike Jones elaboraron una historia en la que la música es una parte central y vuelve a ser un elemento diferenciador de los dos mundos en los que se mueve Joe.
Para la música de jazz de la vida de Joe en la Tierra, fue Jon Batiste el encargado de la composición que acompaña a las escenas de Nueva York. Y para las del universo de las almas los encargados fueron Trent Reznor y Atticus Ross, de Nine Inch Nails.
Además, para las diferentes versiones lingüísticas de la película se eligió a cantantes populares para interpretar alguno de los temas principales.
Es el caso de Pablo López que compuso e interpretó “Escucha la vida” para la versión española, o de la colombiana Greeicy Rendón, que canta para la latinoamericana “Así es la vida”.
Una película concebida para ser exhibida en cines, como resaltó Docter en un encuentro virtual con periodistas unos días antes de que Disney anunciara que se estrenaría directamente en la plataforma debido a la pandemia.
No se cobrará un extra, como sí se hizo con Mulan, pero en el trasvase a la pequeña pantalla, Soul ha perdido parte de su alma, que necesita de una sala de cine para brillar en todo su esplendor.
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