El escenario político chileno es un reflejo de las protestas y el sacudón generados en 1989 en Venezuela (El Caracazo). El malestar de una sociedad viene acumulándose desde hace años, pero esta vez detrás del descontento hay una mala intención de la izquierda radical y de otros partidos con el interés acelerado de llegar al poder, para quebrar el Estado de derecho y poner en peligro la estabilidad democrática.
Por Daniel Calzadilla / ALnavío
La protesta pacífica es válida para exigir y demandar cambios en el beneficio social en un país, pero esta vez el malestar y la movilización son dirigidos y organizados para generar saqueos a las grandes comercializadoras, supermercados, farmacias y electrodomésticos. Se evidencia en el pueblo de bajos recursos el resentimiento social contra el gobierno de Sebastián Piñera, los políticos y el empresariado.
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La división de clases sociales es el juego político para el debilitamiento de las instituciones existentes, donde ya el discurso de los manifestantes es la antipolítica. A viva voz se habla de políticos corruptos y la desconfianza en ellos crece. Pregúntese quién gana en ese escenario.
Un aumento del pasaje, el aumento de la electricidad y otros servicios fueron el objetivo del foco de protesta utilizado para movilizar sectores universitarios, jóvenes y adeptos comunistas para crear el caos y saqueos con pérdidas millonarias, duras de solventar.
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