Ante la grave situación política por la que atraviesa Colombia, es necesario realizar un análisis profundo de lo que implican las ideas narcosocialistas para este país: el odio de clases, una plaga o un cáncer que ha hecho metástasis en Latinoamérica, un tumor producido por la alta exposición a la narcodictadura cubana.
Por Sofy Casas | Diario Las Américas – Primer Informe
Los venezolanos venían cansados de la corrupción y de las supuestas desigualdades manejadas por la derecha de ese país, entonces llega un demagogo admirador de los hermanos Castro, pero vergonzante porque no admitía esa admiración, a impregnarlos de ese odio por el rico, el resentimiento demostrado en sus discursos populistas “de que el rico le quita al pobre y que lo del Estado es del pueblo”, generando en ese pueblo una expectativa de cambio real.
Con nuestro país no hay mucha diferencia. Nosotros también tenemos un Chávez colombiano llamado Gustavo Petro. Para la carrera presidencial del 2018 destapó algunas cartas cuando empezó a recorrer el país en busca de votos con el fin de llegar a la Casa de Nariño.
En esa carrera conocimos más a fondo las políticas de un guerrillero indultado que pretende llegar al poder a como dé lugar, con los mismos discursos populistas en tarima y un único argumento de que es una clase de “mesías”, atacando y tachando a todo aquel que represente una amenaza a sus intenciones de narcotraficante o paramilitar, generando aún más ese resentimiento antiuribista que el traidor de Juan Manuel Santos ayudó a alimentar durante ocho años de desgobierno para lograr su falsa ‘paz’.
Pero hablemos de Petro, alias Comandante Aurelio (Aureliano) para que conozcan más del porqué representa un peligro para nuestra democracia: fue uno de los dirigentes del grupo guerrillero M-19, un movimiento terrorista que secuestraba y asesinaba igual que las FARC. Gustavo Petro inició su carrera delictiva desde muy joven al entrar a la JUCO (Juventudes Comunistas), se graduó de miliciano en las filas de las FARC al ser llevado por Jaime Bateman, que era el comandante de las milicias urbanas de este grupo narcoterrorista y por Álvaro Fayad Delgado, a los cuales les dieron todo el soporte para organizar el M-19.
Pero vaya sorpresa, el M-19 al pasar por un proceso de amnistía e indulto y gracias a la Constituyente del 91, dio paso al partido Alianza Democrática M-19 (hoy Partido Verde). Vemos la camaleónica y triste historia de la empresa criminal antes M-19 (FARC) y hoy partido de los viejos verdes. Su denominación social ha mutado, pero el objetivo ha seguido siendo el mismo: crear terror a través del populismo en su discurso.
Toda esta referencia es para concluir el peligro al cual está expuesto nuestro país. Cuando Hugo Chávez inicia el golpe de Estado a Carlos Andrés Pérez (el cual fracasó) cayó preso, y de acuerdo con los rumores, Petro lo visitaba en su celda. En 1994 Chávez fue indultado por el presidente Rafael Caldera, y a partir de ese momento inició la famosa Revolución Bolivariana.
Recordemos la fotografía en el Monumento a la Victoria de Bolívar, donde aparece alias Aureliano, junto a Hugo Chávez, y en la cual juraron el “relibertar” las cinco naciones que había independizado Bolívar. Con este juramento ante este monumento quedó sellado el pacto narcocomunista para Venezuela y Colombia; el Plan de la Patria chavista por un lado y la Colombia Humana de Petro.
Uno de los grandes fracasos del socialismo del SXXI implantado por el chavismo fue la famosa Reforma Agraria, que nos es más que la expropiación en el campo y en las ciudades, y de la cual Petro fue uno de los grandes ideólogos. Esta famosa reforma es la que tiene en ausencia de empresa-propiedad privada, de libertades, miseria y en el fracaso institucional al país más rico de Latinoamérica.
Al llegar el acuerdo de La Habana, los narcoterroristas de las FARC se sentaron a negociar con el gobierno de Juan Manuel Santos, por una razón mucho más importante: Santos al infiltrarse en el uribismo tenía claro que de la mano de Chávez sería el famoso gobierno de transición que llevaría a Colombia por el camino de la Revolución Bolivariana, y que la única manera de llegar al poder era a través de un proceso de paz. Al llegar la reelección de Santos en el 2014, en su discurso triunfal para el segundo mandato, agradece su inminente apoyo a Gustavo Petro.
En mi columna de 2018 titulada Expropiaciones Paz, hago un enfoque muy importante sobre cómo se llevaría a Colombia por el camino de la Venezuela de Maduro. El acuerdo de paz al ser defendido a capa y espada por Petro, refleja el inminente peligro al cual está expuesto el pueblo colombiano.
El acuerdo de La Habana se divide en tres pilares que tienen en jaque al país:
JEP (Justicia Especial Para La Paz) tribunal diseñado por los mismos bandidos.
Decreto Ley 902 de mayo del 2017 (Reforma Agraria) copia íntegra del Plan de la Patria de Chávez.
Decreto Ley 903 de mayo del 2017 (Lavado de activos).
Hago referencia de esto ya que, al relacionarlo, Petro inició en las filas de las Farc, y hoy es el gran aliado de estos bandidos para implantar el socialismo (que no es más que comunismo) a través de esta empresa transnacional y criminal manejada desde Cuba, acabando a través de la justicia porque electoralmente no pueden, con ese muro de contención llamado Álvaro Uribe, liderando su secuestro con una Corte Suprema de Justicia que está al servicio del socialismo del SXXI.
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