El ministro argentino de Economía, Martín Guzmán, criticó la política monetaria del anterior acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en cambio planteó un esquema de múltiples anclas para bajar la inflación, al tiempo que reconoció que seguirá utilizando el financiamiento del Banco Central para el Tesoro aunque con «cuidado especial».
EFE
En las Jornadas Monetarias y Cambiarias que organizó el Banco Central de Argentina, Guzmán planteó que uno de sus objetivos es «transitar un sendero que lleve la inflación a tasas de un dígito, que es algo que no se puede lograr de ninguna manera de un año para el otro. Es algo que requiere de una tarea laboriosa».
Y que el otro objetivo es «al mismo tiempo que el país se recupera, que transite un sendero fiscal que implique ir convergiendo a una situación de equilibrio a una velocidad consistente con la recuperación. Y que durante ese sendero de transición se vayan reduciendo las necesidades de financiamiento por parte del Banco Central al Tesoro».
«Va a haber necesidades de fianciamiento durante la transición, pero hay que tener un especial cuidado en las demandas que se hacen al Banco Central, sobre todo viniendo de una situación en la cual en 2020 hubo un nivel de financiamiento tan importante del déficit fiscal», reconoció.
Las expectativas de inflación del Banco Central son de 52,1% anual en los próximos 12 meses. En tanto, debido a la expansión monetaria para financiar el déficit fiscal, persiste una expectativa de devaluación reflejada en una brecha entre el tipo de cambio oficial y los paralelos en un contexto de restricciones cambiarias.
Parte del desafío en la negociación que hoy está en marcha de un nuevo acuerdo con el FMI es el nuevo esquema monetario en una economía que es bimonetaria de hecho.
ACUERDO CON EL FMI
«No existe un shock de confianza que sea efectivo para estabilizar» la economía, dijo Guzmán.
«El sendero sobre el que se busca seguir avanzando es el de múltiples anclas», agregó, lo que incluye una política de ingresos y egresos, «lo cual da flexibilidad para poder administrar los distintos shocks que se presentan».
Mencionó que las variables que resultan anclas para las decisiones de precios son principalmente el tipo de cambio, el dólar u otras, como tarifas.
«No cambia con un shock, con anuncio grandilocuente. Es algo que se vio en 2018, en el contexto del programa stand-by que acordó el Gobierno anterior con el FMI», recordó Guzmán, cuya premisa era la contracción monetaria mediante un crecimiento cero de la base monetaria.
«Hay que evitar hoy caer en esquemas de política que hagan agravar los problemas del futuro, que es lo que pasó con el esquema de política monetaria tan contractiva de 2018, donde había elementos de persistencia en el proceso inflacionario que terminó generando una caída de la base monetaria en términos reales, elevó mucho el (costo del) crédito y aumentó mucho los pasivos futuros del Banco Central, y terminó siendo contraproducente para el proceso de estabilización de precios», explicó.
Guzmán reconoció que parte de la expansión de la liquidez para financiar el Tesoro se va hacia la moneda extranjera y genera presiones cambiarias y problemas de inflación y que el desafío es «resolver los problemas estructurales y fundamentales de la economía argentina, con este patrón de bimonetarismo».
«No quiere decir que no tiene que haber expansión de la liquidez. Tiene que haber pero con cuidado especial porque hay menor capacidad para la política monetaria expansiva, a pesar de la mayor necesidad de hacerla», finalizó.
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