Bélgica entra este sábado en la tercera fase de su desconfinamiento paulatino con la reapertura de las terrazas de los cafés y restaurantes, y el fin del toque de queda desde la pasada medianoche, con lo que el sector que queda aún con restricciones estrictas es el cultural.
Un máximo de cuatro personas en cada mesa, salvo que sea una familia que viva en un mismo hogar, separación entre mesas de 1,5 metros, uso de mascarillas cuando los clientes no estén sentados y sin servicio de bar en el interior son algunas de las reglas que los bares y restaurantes deben aplicar para abrir sus terrazas, de ocho de la mañana a diez de la noche, según el decreto ministerial publicado el viernes a última hora.
La cuestión de la separación de las mesas ha sido muy polémica, ya que el sector que lleva siete meses cerrado quería reducir la distancia con la instalación de pantallas de plexiglás, en las que muchos restauradores ya habían invertido, pero el gobierno federal finalmente se negó causando un gran malestar también entre las autoridades municipales.
A ello se suma que este fin de semana la climatología no acompaña a la apertura de terrazas, pues las previsiones son de lluvias.
Es la tercera fase de una desescalada gradual que comenzó a mediados de abril y que no ha afectado al teletrabajo, que sigue siendo obligatorio siempre que sea posible.
En Bélgica, dónde el jueves pasado se superó el millón de contagios (en una población de 11,4 millones de personas) y un tercio de la población ha recibido ya al menos una dosis de la vacuna contra la covid-19, la desescalada comenzó el 19 de abril con el fin, entre otras medidas, de la prohibición de viajes no esenciales al extranjero, y el 26 con la apertura de los comercios no esenciales y de profesiones de contacto, como peluquerías.
SECTOR CULTURAL EN PIE DE GUERRA
Ahora, es el sector de la cultura el que está en pie de guerra: este jueves interpuso un recurso judicial contra el Estado para conseguir la reanudación de las actividades de interior y exterior con público, ya que solo las segundas están permitidas y con un máximo de 50 personas.
Decenas de manifestantes se concentraron a última hora del viernes en el centro de Bruselas para denunciar los efectos «dramáticos» de las restricciones por el coronavirus entre los hosteleros, el sector de la cultura y los jóvenes.
«Estamos aquí porque necesitamos recuperar la vida real, es esencial que los jóvenes vuelvan a las escuelas y las universidades, que nos volvamos a juntar, que podamos ir a los restaurantes», indicó a Efe Virginie van Lierde, de la plataforma ciudadana «Trace ton cercle», organizadora de la manifestación.
Bajo la proclama de «somos esenciales», en referencia a la etiqueta que el Gobierno belga puso a los comercios que sí han podido abrir en los meses duros de encierro, los manifestantes protagonizaron un gesto simbólico golpeando cajas negras para «hacer ruido» como reivindicación de sus consignas.
«Queremos hacer ruido por los jóvenes, por los hosteleros y la cultura», subrayó van Lierde.
Asimismo, los manifestantes trataron de poner el foco en la delicada situación de la juventud, a los que el cierre de colegios y universidades ha tenido consecuencias para su salud mental, agregó la organizadora.
Las escuelas de secundaria y las universidades mantienen actualmente restricciones en el número de estudiantes, después de que los centros educativos tuvieran que cerrar varias semanas a finales de marzo ante el aumento de casos de coronavirus registrado en Bélgica. EFE
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