El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tachó este domingo de «absolutamente intolerable» la matanza de este fin de semana en Birmania, y no descartó imponer más sanciones a la junta militar que tomó el poder el pasado 1 de febrero.
EFE
«Es terrible. Es absolutamente intolerable. Según la información que he recibido han asesinado a muchísima gente; es totalmente innecesario», dijo Biden en declaraciones a la prensa en el avión presidencial, mientras volvía a la Casa Blanca después de pasar el fin de semana en su residencia de Delaware.
Preguntado por si responderá con más sanciones a los líderes militares de Birmania (Myanmar) o si tendrá otro tipo de reacción, Biden replicó: «Estamos trabajando en ello ahora».
La del sábado fue la peor jornada de represión desde el golpe de Estado de febrero, con entre 90 y 113 personas muertas debido a los disparos de los soldados y la policía, que se ensañaron contra los manifestantes con una violencia indiscriminada en la que asesinaron al menos a seis menores de entre 10 y 16 años.
El número de muertos total desde el golpe supera los 460, en un ambiente de terror en el que los uniformados disparan y torturan a civiles desarmados a diario.
Estados Unidos y la Unión Europea (UE) han condenado rotundamente la masacre y el secretario general de la ONU, António Guterres, ha exigido una «respuesta internacional firme, unida y decidida».
Hasta ahora, sin embargo, China y Rusia han impedido con su derecho de veto que el Consejo de Seguridad de la ONU tome medidas contra Birmania.
En un comunicado muy poco habitual, los comandantes militares de mayor rango de Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Alemania, Italia, Grecia, Dinamarca, los Países Bajos, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda también condenaron este sábado lo ocurrido en el país asiático.
«Unos militares profesionales deben seguir los estándares internacionales de conducta y son responsables de proteger -no dañar- al pueblo al que sirven», subrayaron los jefes de defensa de los doce países.
Estados Unidos ya sancionó en febrero al comandante del Ejército de Birmania, el general Min Aung Hlaing, quien lideró el levantamiento militar que llevó a la deposición del Gobierno electo de Aung San Suu Kyi, así como a otros nueve oficiales y a varias empresas vinculadas con las Fuerzas Armadas de ese país.
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