Joe Biden mantuvo ayer una reunión virtual con su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, con el telón de fondo del caos migratorio que vive la frontera entre ambos países. Era la primera conversación entre los presidentes de EE.UU. y México desde la llamada telefónica que celebraron el pasado 22 de enero, dos días después de que Biden llega a la Casa Blanca.
La reunión, con el presidente mexicano y su equipo presentes a través de videoconferencia, fue a puerta cerrada. Pero la prensa tuvo acceso a los saludos iniciales, donde Biden aseguró que su Administración tratará a México «como un igual» y reconoció que ambos países, a lo largo de su historia, no han sido «vecinos perfectos». López Obrador subrayó la importancia del «respeto a nuestras soberanías» y no se olvidó de mencionar los 3.180 kilometros de frontera que, a la vez, les une y separa.
La cooperación en esa frontera es determinante para los objetivos de Biden de reordenar la política migratoria de EE.UU., impulsar una reforma legislativa en el Congreso que abra una vía para la nacionalización de millones de indocumentados y recuperar un trato ‘humano’ y ‘digno’ hacia los inmigrantes. Sus primeras semanas en la Casa Blanca, sin embargo, están produciendo confusión en la frontera.
Biden ha tomado varias decisiones para reblandecer la política migratoria y dar la vuelta a la de Trump como un calcetín. Decretó un parón en las deportaciones, puso fin a la construcción del muro con México, estableció un grupo de trabajo para reunificar a las familias separadas, acabó con los tratados de la Administración Trump con Guatemala, El Salvador y Honduras para reducir el número de solicitantes de asilo y prometió el fin de la política ‘Remain in Mexico’ (‘Quedarse en México’) para quienes lo habían solicitado en territorio estadounidense, lo que les obligaba a esperar en campamentos al otro lado de la frontera.
Al mismo tiempo que promovían una política más suave con los inmigrantes indocumentados, las autoridades estadounidenses han insistido en que «no es el momento» de cruzar la frontera. Por un lado, porque es un nuevo riesgo en medio de la pandemia de Covid-19 y, además, porque necesitan tiempo para restablecer los sistemas de procesamiento de solicitudes de asilo.
Muchos han hecho caso omiso: se ha disparado el número de inmigrantes que buscan entrar en EE.UU. La semana pasada, la policía de fronteras detuvo a más de dos mil menores sin compañía de adultos y se teme que en los próximos meses se rompa el récord de 11.000 menores arrestados en un solo mes que se registró en mayo de 2019.
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