El ministro boliviano de Salud, Jeyson Auza, hizo un balance de los tres años de la pandemia en Bolivia y señaló a EFE que antes de suspender la emergencia sanitaria por la pandemia se analizará el comportamiento de los contagios frente a la nueva variante Kraken y la época de invierno por la que pasa el país.
El ministro apuntó que pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de la emergencia internacional por la covid-19, en Bolivia se mantendrán «por un tiempo más» las medidas de bioseguridad, como el uso del tapabocas en espacios cerrados, hasta que concluya la época invernal en el país.
«(Si) termina la época invernal y continuamos con los mismos indicadores, podemos decir con total seguridad que hemos vuelto a una nueva normalidad y que no es necesaria ninguna medida extrema» de bioseguridad, afirmó.
Además, señaló que la nueva variante Kraken se detectó en los departamentos de La Paz y Cochabamba, por lo que se mantendrá «la vigilancia genómica».
Bolivia afrontó la sexta ola de contagios en diciembre del año pasado y después registró una desescalada sostenida de los casos con algunos leves incrementos.
Auza explicó que para afrontar el proceso de transición de una enfermedad epidémica a una endémica se dispuso «adelantar» desde marzo la vacunación contra la influenza con alrededor de 2 millones de dosis para la población más vulnerable.
PREVENCIÓN Y CUARENTENA
El ministro de Salud destacó el cambio de estrategia para la contención de la pandemia desde que el presidente Luis Arce llegó al Gobierno en noviembre de 2020, antes de la segunda ola, en base a la «vigilancia epidemiológica activa» en vez de la aplicación de confinamientos.
La determinación del Gobierno de «descartar» la posibilidad de las cuarentenas «ha sido la más adecuada», ya que permitió tener «una exposición controlada ante el virus», apuntó Auza.
Cuando se presentaron los primeros casos en marzo de 2020, la entonces presidenta interina Jeanine Áñez aplicó primero una «cuarentena rígida» por varios meses y luego fue más flexible, mientras que las acciones sanitarias se centraron en la atención hospitalaria en situaciones de mayor gravedad.
Sin embargo, Auza indicó que a finales de 2022 se determinó fortalecer los centros de salud más elementales para evitar que los pacientes con la covid-19 llegaran a necesitar oxígeno u hospitalizaciones.
Además, el ministro destacó el descenso de la tasa de letalidad entre la primera ola (julio y agosto de 2020) de 6,2 %, la segunda (principios de 2021) de 2,7 %, cuando aún no habían llegado las vacunas, hasta llegar con el proceso de inmunización al 0,1 % en la sexta ola.
DATOS EN TRES AÑOS
Auza resaltó que Bolivia, durante toda la pandemia, alcanzó una tasa de letalidad de 1,9 % tomando en cuenta «todas las olas» y que esto sitúa al país entre los registros de ese tipo más bajos de la región suramericana.
También refirió que la tasa de mortalidad y la de incidencia son de las «más bajas» con 186 fallecidos y 9.972 casos por cada 100.000 habitantes, respectivamente.
Mientras que la vacunación que comenzó a fines de enero de 2021 consiguió la aplicación de 15.914.382 de inmunizaciones si se toman en cuenta las primeras, segundas, y terceras dosis, además de componentes únicos y la vacuna anual a mayores de 5 años que conforman una población vacunable de más de 10,2 millones.
Auza valoró la exigencia del carné de vacunación a principios de 2022, que tuvo solo unos días de vigencia, porque fue «pertinente» ya que sirvió para elevar los niveles de vacunación y conseguir la «inmunidad de rebaño».
A más de tres años de la llegada de la pandemia a Bolivia, el ministro sostuvo que en Bolivia «conocemos la enfermedad» y «tenemos los mecanismos para controlarla» aun con las dificultades que posee el sistema de salud boliviano.
Desde marzo de 2020, Bolivia acumula 22.382 decesos y 1.197.788 casos confirmados de la covid-19. EFE
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