Ni el último descalabro electoral de los conservadores ni nuevas acusaciones sobre posible nepotismo para favorecer a su esposa han hecho que el primer ministro británico, Boris Johnson, pierda su actitud desafiante o sus ganas de seguir en el poder.
Judith Mora / EFE
En una entrevista este sábado con la BBC desde Kigali (Ruanda), donde asiste a la cumbre de la Commonwealth, Johnson ha asegurado que acepta «humildemente» las críticas tras la derrota del jueves en sendas elecciones parciales en Inglaterra, pero matizó que debe «distinguir entre las que importan y las que no».
Ante quienes le imploran un cambio de actitud, avisa de que no es posible que experimente una «transformación psicológica». Y la lección que saca del desplome en la urnas es, dice, que debe «centrarse en seguir gobernando».
ÉL NO ES EL PROBLEMA
Tras la pérdida el jueves de los dos escaños en Wakefield y Tiverton & Honiton -zonas partidarias del Brexit, que él abanderó-, uno de los dos presidentes del Partido Conservador, Oliver Dowden, dimitió al considerar que «alguien debe asumir la responsabilidad».
Johnson, por su parte, rechazó hoy dejar el cargo que ocupa desde el 24 de julio de 2019, al considerar que no es su comportamiento lo que provoca el retroceso en las urnas.
«La conclusión a la que llego es que los votantes están profundamente hartos de oír que se hable de mí y de las cosas que supuestamente he hecho mal», dijo a la BBC.
«Lo que quieren escuchar es lo que estamos haciendo por ellos», agregó, para enumerar unos planes sobre los que en la práctica el electorado también se ha pronunciado.
Johnson ya declinó dimitir tras ser multado por las fiestas ilegales en Downing Street durante la pandemia, después de ser acusado de engañar al Parlamento y al superar por los pelos, el pasado 6 de junio, una moción de censura interna de sus colegas conservadores.
Preguntado por la cadena pública qué le haría renunciar al puesto, el líder «tory» dio como ejemplo Ucrania: que le dijeran que debe «abandonar la causa» de apoyo al país del este de Europa porque es «demasiado difícil o costosa».
Johnson rehusó hacer comentarios sobre la noticia de que uno de sus ayudantes tanteó a la organización benéfica de los duques de Cambridge para que diera trabajo a su esposa, Carrie -a la que presuntamente también intentó colocar en la cumbre del clima COP26 del pasado noviembre en Escocia-.
UNOS CALLAN Y OTROS MANIOBRAN
La marcha de Dowden ha desatado rumores de que otros miembros del Gobierno de varios rangos podrían dimitir en una cadena que acabara derrocando al líder, sobre todo aquellos más hostiles, quienes de todos modos afrontan ser expulsados en una posible remodelación ministerial este verano.
Dos antiguos dirigentes conservadores, William Hague y Michael Howard, han pedido a los ministros que se planteen forzar la salida de su jefe, por el bien del país.
De momento, los componentes del gabinete, escogidos por Johnson por el respaldo expreso a su manifiesto y en especial al Brexit, guardan silencio -lo que contrasta con otras ocasiones en que cerraron filas para protegerle-.
Al mismo tiempo, según «The Times, varios diputados vuelven a maniobrar con el objetivo de cambiar las reglas del partido, a fin de poder convocar antes de plazo una nueva moción de censura contra el dirigente.
Esos parlamentarios tratarán de hacerse en unas próximas elecciones internas con el máximo de los 18 puestos que tiene la ejecutiva del llamado Comité 1922, una especie de club del grupo parlamentario conservador que organiza las mociones y los comicios para el liderazgo, dice el periódico.
Pese a la debilidad de su Ejecutivo, Johnson se ha negado a regresar al Reino Unido hasta que no complete su agenda fuera del país, que acaba el próximo jueves, después de asistir a las cumbres del G7 en Alemania y la OTAN en España.
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