Todas las miradas en Colombia se dirigen a la ciudad de Cali, que en el sexto día de protestas contra la ya retirada reforma fiscal del Gobierno vive momentos de incertidumbre por la violencia policial, los disturbios y los bloqueos, que están provocando desabastecimiento de alimentos y combustibles.
EFE
Las manifestaciones en Cali, capital del departamento del Valle del Cauca, se han realizado simultáneamente en diferentes zonas, principalmente en las salidas de la ciudad, a donde llegan a diario miles de personas a expresar además su disconformidad con la violencia policial que ha dejado allí un número indeterminado de muertos desde el miércoles pasado.
«Ya se ha derramado demasiada sangre aquí en Cali, en el país, necesitamos que se vaya (el presidente Iván Duque)», dice a Efe Maritza, nombre ficticio de una mujer que prefiere no revelar su verdadero nombre por temor.
Según la Defensoría del Pueblo, la violencia asociada a las protestas deja al menos 19 muertos en toda Colombia, así como 254 civiles y 457 policías heridos, pero otras fuentes, como la ONG Temblores, señalan que esas cifras se quedan cortas y aseguran que hay 26 víctimas mortales por la brutalidad policial.
DESABASTECIMIENTO Y PREOCUPACIÓN
Las manifestaciones también han dejado decenas de comercios destruidos y tienen paralizada la vida de la principal ciudad del suroeste de Colombia.
Las imágenes de largas filas para abastecer combustible y los estantes de alimentos vacíos en algunas plazas de mercado y tiendas tienen en vilo a las autoridades, que buscan una solución a un problema que aún no es crítico, pero que crece velozmente.
«Continuamos (trabajando) con la fuerza pública, con las autoridades locales, para poder garantizar el suministro en el departamento del Valle del Cauca, particularmente en Cali», expresó el ministro de Minas y Energía, Diego Mesa.
El funcionario agregó que si persisten los bloqueos de carreteras va a haber «algunas situaciones de desabastecimiento en Cali», por lo que está trabajando en conjunto con otras autoridades para garantizar el suministro de combustibles.
Igualmente, dicen las autoridades, se necesita oxígeno en algunos hospitales, además de alimentos para gallinas y cerdos, entre otros animales de granja, que pueden morir en fincas del Valle del Cauca a donde no están llegando los transportistas por los bloqueos.
«Vamos a empezar a despejar todas las vías. La primera tarea que tienen nuestro comandantes (de la Policía y el Ejército) es despejar todas las entradas a la ciudad», expresó el domingo la gobernadora del Valle del Cauca, Clara Luz Roldán.
BARRICADAS Y PROTESTA
Los manifestantes han montado barricadas en algunas zonas periféricas por las que suelen movilizarse las personas que entran y salen de Cali todos los días.
Con toda suerte de objetos como conos, señales de tránsito, piezas de concreto y neumáticos quemados, el paso de vehículos es bloqueado, lo que ha afectado incluso la operación del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, que está ubicado en la vecina localidad de Palmira.
«Para afuera todos esos corruptos que tienen este país vuelto nada. Lo que queremos es un país democrático, que valore nuestros derechos, que nos respeten a nuestros muchachos», reclama Maritza, quien protesta en las calles desde el miércoles pasado.
«¡NOS ESTÁN MATANDO!»
«¡Nos están matando! Nos están tirando a los cañaduzales, queremos justicia para nuestro país», asegura la mujer, que achaca los crímenes a la brutalidad policial.
Y es que según el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, solo en las últimas horas fueron asesinados dos jóvenes durante las protesta e incluso uno de ellos, Nicolás Guerrero, era hijo de un primo suyo.
«Ayer asesinaron a dos jóvenes en la madrugada. Dos muchachos, uno de 21 años y otro de 23 (…) Nicolás era un joven talentoso, líder, artista. Desafortunadamente las circunstancias de ayer le significaron la muerte por una herida con arma de fuego en la cabeza», expresó Ospina a periodistas.
Lo que se conoce hasta el momento de este caso es que el joven fue asesinado durante un enfrentamiento entre manifestantes y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía cuando estaban realizando una «velatón», un caso que ya está siendo investigado por las autoridades.
«¡No más muertes en las protestas! Policía y Ejército no usen armas de fuego en la ciudad ni abusen contra ninguna persona, excediéndose en hechos y provocaciones que atizan la ira. Manifestantes sin armas, control total del porte, autocontrol todos», clamó el arzobispo de Cali, monseñor Darío Monsalve.
Mientras tanto, las manifestaciones continúan en una ciudad que hoy es foco de atención por la crudeza de la violencia que ha marcado las protestas.
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