Cuando el multimillonario hombre de las finanzas Jeffrey Epstein fue detenido en julio último por ser parte de una red de tráfico de menores y abusos sexuales gran parte de la alta sociedad de los Estados Unidos se vio conmovida por la noticia. Cuando se revelaron escabrosos detalles, el espanto se acrecentó. Pero ya para cuando el 10 de agosto se anunció que su cuerpo sin vida había sido hallado en el interior de su celda de la prisión federal de Nueva York. algunos sintieron alivio. Sobre todos aquellos que habían formado parte del siniestro círculo. Quizás a partir de su muerte no se verían involucrados.
Suicidio, dijeron las primeras pericias. Sin embargo hoy, el médico forense Michael Baden realizó inesperadas revelaciones en la cadena de noticias Fox News que podrían dar un giro abrupto en la causa.
El profesional -que trabajó para la Ciudad de Nueva York en casos resonantes durante cinco décadas- indicó que la autopsia de Epstein marcaba la existencia de indicios que conducían a sospechar fehacientemente la posibilidad de que el magnate no se hubiera quitado la vida, sino que pudo haber sido estrangulado por un tercero. ¿Había sido asesinado en el interior de su hermética celda?
Baden fue contratado por parte de la familia de Epstein y tuvo acceso a la documentación de la autopsia oficial del abusador sexual. A partir de esa información concluyó que había pruebas suficientes para suponer que pudo tratarse de un estrangulamiento homicida más que un estrangulamiento suicida. El forense señaló que el acusado de 66 años tenía dos fracturas en los lados izquierdo y derecho de su laringe, específicamente el cartílago tiroideo o la nuez o manzana de Adán, así como una fractura en el hueso hioides izquierdo por encima de la nuez de Adán. “La hemorragia prominente en los tejidos blandos del cuello al lado de las fracturas es evidencia de una nueva compresión del cuello que podría haber causado la muerte”, analizó.
“Esas tres fracturas son extremadamente inusuales en las ejecuciones suicidas y podrían ocurrir mucho más comúnmente en el estrangulamiento homicida”, dijo Baden. “Es raro”, manifestó el experto forense ante las cámaras de esa cadena televisiva. A pesar de esas sospechas, el médico intentó llevar calma y no precipitar conclusiones. “La investigación no está completada hasta que toda la información esté disponible”.
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Las últimas horas
Epstein fue hallado colgado en su celda el sábado 10 de agosto por la mañana, en el Correctional Metropolitan Center en Manhattan, y se supone que había sido vigilado cada 30 minutos el viernes en la noche por dos guardias, pero ese procedimiento no se siguió, aseguró el diario The New York Times.
El prisionero número 76318-054 odiaba la celda que le habían asignado: era húmeda, apretada y estaba infestada de roedores. Acostumbrado a usar su riqueza para poder establecer sus propias reglas, empezó a buscar una solución. Les pagó a varios abogados para que visitaran la prisión por hasta casi doce horas diarias, lo que le otorgaba el derecho a verlos durante ese tiempo en una sala privada de reuniones. Epstein pasaba tanto tiempo allí que en ocasiones lucía hasta aburrido.
El 9 de agosto, los abogados de Epstein estaban reunidos en las sillas plásticas de la sala de reuniones cuando se corrió la voz: el tribunal del caso en contra de Epstein había liberado el acceso a un archivo de documentos con detalles perturbadores sobre las acusaciones contra el financiero por tráfico sexual.
Unas horas después, en el turno nocturno, solo había dieciocho personas trabajando como guardias en el centro, donde están detenidos 750 reos según los registros del Buró de Prisiones. Diez de esos empleados ya estaban trabajando horas extra. Y, según los registros, había un puesto sin cubrir.
La red de tráfico
El lunes 8 de julio -el magnate que amasó su fortuna en un fondo de inversiones y era amigo de políticos y famosos- fue inculpado por explotar sexualmente a decena de menores de edad, algunas de tan solo 14 años de edad, entre 2002 y 2005. Además de eso, Epstein también era acusado de un cargo de conspiración para cometer tráfico sexual de menores, según la fiscalía del distrito sur de Nueva York y por la cual podía enfrentar una pena de hasta 45 años de cárcel.
De acuerdo con la inculpación, el hombre “explotó y abusó sexualmente a decenas de chicas menores de edad en sus residencias de Manhattan, Nueva York, y de Palm Beach, entre otros lugares”.
La forma en que operaba su red comenzaba con invitarlas a sus mansiones en donde tenía actos sexuales con ellas y “luego pagaba a las víctimas cientos de dólares en efectivo”, él mismo o sus empleados. “También pagaba a algunas de sus víctimas para que reclutaran a más chicas para ser abusadas”, indica la acusación.
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