Marlene Alfonso, conocida como ‘Cindy sin dientes’, o antes como ‘La abuela rapera del metro de Caracas’, se ha vuelto viral en los últimos días por sus llamativas y sorprendentes actuaciones en los autobuses colombianos de Bogotá. «Soy una mujer, soy un ser humano, no soy un animal, no soy un gusano», dice en una parte de su llamativo rap.
Con una vestimenta inusual, como el vestido de rayas, la rebeca rosa y dos pares de gafas con los que ha triunfado en uno de los videos que se ha propagado por las redes sociales, esta mujer, de 69 años, se gana la vida rapeando en los medios de transporte, donde, utilizando letras cómicas en su mayoría, narra parte de su vida y la de los migrantes venezolanos. «Estoy agradecida a todos los colombianos, me han tendido la mano, no solamente a mí, sino a todos mis hermanos», rapea Alfonso.
Por medio de sus canciones, que entona acompañada de un equipo de música, obtiene unas propinas, algunos pesos, que le ayudan a sobrevivir. El apodo por el que ahora se la conoce se debe a que le faltan muchas piezas dentales y su economía no le permite costearse una dentadura postiza. No es el único problema de salud que sufre, puesto que padece de glaucoma y ha perdido por completo la visión de su ojo izquierdo, por lo que se desplaza con ayuda de un palo que le ayuda a ubicarse.
Con su arte consigue ganarse la vida: «Me gano mis 30.000 pesitos [7,50 dólares]. Son buenos, es un sueldo, un sueldo mínimo. Estoy muy relajada. Si pudiera pasaría todo el día y ganaría 50.000, pero pesos, no dólares», precisa Alfonso. Con ese monto puede pagar la renta y enviar dinero a su hija
«Quiero transmitirle a las personas que no se derroten, que la juventud está dentro de uno. Un corazón no tiene arrugas«, cuenta la mujer, que opina que a pesar de sus 69 años, «todavía hay mucho jugo que exprimir de esta naranja».
Antes de migrar a Colombia en 2018, Marlene Alfonso ya se dedicaba a rapear en el metro de la capital venezolana, Caracas, donde se la conocía como la ‘abuela rapera’. Allí producía la misma sensación y sorpresa que ahora en el transporte colombiano. Interpelando al público, riéndose de ella misma y con el tono jocoso de sus raps consigue arrancar multitud de aplausos entre los pasajeros.
«Si no me quieres dar un peso, regálame un beso que me enderece el pescuezo, que me llegue hasta los huesos, que me llegue hasta los sesos», son el tipo de rimas que despiertan la ternura y la sonrisa de quienes la escuchan.
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