Cuando algunos geólogos miran las playas de arena y los arrecifes de coral de las hermosas Bahamas, no solo ven la gloriosa vida marina, los coloridos corales y un buen lugar para bucear. Mirando más profundo, pueden ver cómo capas y capas de piedra caliza se formaron por el coral que habita en estos arrecifes, colocando estructuras ricas en carbonatos en los últimos 100 millones de años. Pero estos arrecifes presentan un enigma.
Un estudio publicado en la revista Geology sugiere una fuente sorprendente de nutrientes que alimentan el esplendor de las Bahamas: el desierto del Sahara. El estudio analizó la concentración de hierro y manganeso en los sedimentos encontrados en el Great Bahama Bank, la plataforma submarina que subyace en gran parte de las aguas poco profundas que rodean las islas.
Los investigadores encontraron que la proporción de minerales en los sedimentos del Great Bahama Bank coincidía con la composición del polvo del desierto del Sahara.
Los autores especulan que un suministro constante de este polvo durante eones ha impulsado el crecimiento de las cianobacterias. Estas bacterias, piensan, utilizaron los minerales del Sahara para crecer y fijar el nitrógeno de la atmósfera, suministrando nutrientes para todo el ecosistema. Estas bacterias también crean carbonato, formando sedimentos blanquecinos y ayudando a suministrar a los corales el material que usan para hacer sus esqueletos.
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