Primero enviaron cinco buques con gasolina y, semanas después, un barco cargado de alimentos para inaugurar el primer supermercado iraní en Venezuela.
Por EL TIEMPO
Un negocio que representa una competencia para productores locales y un nuevo desafío a Estados Unidos, un enemigo común que los apunta con sanciones.
Hace tiempo que el binomio Caracas-Teherán es foco de las críticas de la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que tilda a su par venezolano, Nicolás Maduro, de «dictador», a la vez que señala a su aliado persa de vínculos con el terrorismo.
«Los países sancionados podemos complementarnos, por ejemplo Venezuela tiene muchos productos que en Irán no hay, y Venezuela tiene algunas necesidades que podemos abastecer», declaró Issa Rezaei, viceministro de Industria iraní, a la televisión gubernamental venezolana con ocasión de la inauguración del nuevo
supermercado, el 30 de julio.
«Megasis», enclavado en una urbanización de clase media bordeada por la imponente montaña del Ávila, y con una panorámica de la empobrecida favela de Petare, es propiedad de Etka, un consorcio operado por el Ministerio de Defensa iraní.
El galpón, de unos 20.000 metros cuadrados, pertenecía a la cadena de hipermercados franco-colombiana Éxito, expropiada en 2010 por orden del fallecido expresidente Hugo Chávez (1999-2013).
Ya en manos del Gobierno venezolano pasó a llamarse Abastos Bicentenario, y en 2016, Tiendas CLAP, como parte de un programa para distribuir alimentos subsidiados a familias pobres, en el que participó Alex Saab.
El empresario colombo-venezolano fue arrestado el 12 de junio en Cabo Verde, acusado por Estados Unidos de lavado de dinero.
Entregar este supermercado a Irán es una «muestra que todo lo expropiado por el chavismo ha fracasado», además de darle una «bofetada» a las sanciones de Washington, observa el economista José Manuel Puente, profesor del Centro de Políticas Públicas del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
‘Competencia desleal’
Compradores con tapabocas, de uso obligatorio en Venezuela por la pandemia de covid-19, que según cifras oficiales se acerca a los 20.000 contagios, hacen desde su inauguración largas filas para ingresar.
En el interior, los clientes caminan curiosos por los amplios pasillos. Junto a productos iraníes, como ropa, encurtidos, miel, cordero enlatado y dátiles, se consiguen varios con la etiqueta: «Hecho en Estados Unidos», país con el que Teherán arrastra una enemistad de cuatro décadas.
Ana María Chávez, una maestra de 29 años, vecina del supermercado, ha sido clienta desde que pertenecía a la cadena Éxito. En esa época «era mejor», cuenta a AFP tras comprar 12 rollos de papel sanitario iraní y productos de aseo que vio «más baratos» que en otros lugares.
Varios de los productos importados, como los garbanzos, tienen precios más competitivos que el propio arroz cultivado en Venezuela, gracias a la exoneración de impuestos a las importaciones de alimentos, una medida cuestionada por gremios agrícolas.
«Los iraníes están compitiendo de manera desleal, pues muchos de los productos que están trayendo no están pagando aranceles de importación», subraya Puente.
Pero la pugna geopolítica le resulta indiferente a Matías, un jubilado de 62 años que recorrió Megasis con su madre. «Si es un producto bueno, sea cubano, ruso, chino, gringo, o inglés para mí eso es lo importante, que haya calidad», comentó a AFP.
Salmón y plantas eléctricas
Megasis fue abastecido con mercancía traída por el barco Golsan, que atracó en el país caribeño el pasado 21 de junio.
Antes llegaron cinco buques con 1,5 millones de barriles de gasolina, en medio de una merma crónica que golpea al país con las mayores reservas de crudo del mundo.
El abasto abre sus puertas en un país encaminado a su séptimo año de recesión y su cuarto en hiperinflación.
La crisis impide a cuatro de cada cinco venezolanos acceder a los productos de la cesta básica, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), abordada por tres de las principales universidades del país.
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El supermercado ofrece generadores eléctricos, un producto fuera del alcance de la mayoría de venezolanos pero cada vez más usados en un país que sufre cortes eléctricos diarios.
En el área de pescadería ofrecen especies locales además de salmón chileno a 30 dólares la pieza de 1,2 kilos.
También hay porciones individuales sobre los 3 dólares que se «han llevado bastante», dice uno de los vendedores. Más allá de la retórica compartida contra Estados Unidos, la relación con Irán «no resolverá el ciclo de desastre que vive Venezuela», remarca Puente.
AFP
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