Un reciente estudio señaló que los factores de riesgo en este grupo son los mismos que para la población general. Por qué los pocos cuadros graves suelen darse en el tercer trimestre.
Pese a que en un momento de la pandemia se colocó a las mujeres gestantes entre los grupos de riesgo de cursar un cuadro grave en caso de contraer coronavirus, a medida que la evidencia científica se acumula, se sabe que las posibilidades de tener complicaciones son las mismas que en la población general.
Las mujeres embarazadas con COVID-19 tienen menos probabilidades de presentar síntomas que las mujeres no embarazadas, concluyó un estudio publicado recientemente en Clinical Medicine Journal.
Así, “los factores de riesgo son los mismos que los de la población general, no embarazada, e incluyen tener sobrepeso u obesidad, tener más de 35 años y tener comorbilidades preexistentes”, resaltaron los autores, quienes destacaron que “la enfermedad grave durante el embarazo suele ser un fenómeno de finales del segundo o tercer trimestre”.
Asimismo, según los especialistas, “las mujeres embarazadas con COVID-19 tienen menos probabilidades de presentar síntomas, y casi tres cuartas partes son asintomáticas. Para aquellos que desarrollan síntomas, estos suelen ser leves, y con mayor frecuencia incluyen tos (41%), fiebre (40%), disnea (21%) y mialgia (19%)”, puntualizaron.
Los factores de riesgo reflejan los de la población no embarazada e incluyen tener sobrepeso u obesidad, tener más de 35 años y tener comorbilidades preexistentes (DPA)Los factores de riesgo reflejan los de la población no embarazada e incluyen tener sobrepeso u obesidad, tener más de 35 años y tener comorbilidades preexistentes (DPA)
Además, tal como observaron los investigadores, “se demostró que las mujeres con COVID-19 de origen negro, asiático y de minorías étnicas corren un mayor riesgo tanto dentro como fuera del embarazo, con las desigualdades en salud, los factores socioeconómicos y la deficiencia de vitamina D propuestos como factores contribuyentes”.
Tal como aseguraron los especialistas, las mujeres con enfermedad asintomática o leve pueden tratarse en el hogar con el asesoramiento de una red de seguridad y después de la evaluación del riesgo de tromboembolismo venoso. Las personas con enfermedades más graves deben ser ingresadas en el hospital, aisladas de manera adecuada y contar con la opinión del equipo multidisciplinario (incluido el obstetra consultor, el médico / obstetra consultor, el anestesista consultor y las parteras). La escalada temprana de pacientes en deterioro también debe incluir la participación de un intensivista consultor y un neonatólogo”.
“Al igual que con todos los problemas médicos durante el embarazo, la prioridad debe ser confirmar un diagnóstico y estabilizar la condición de la mujer con investigaciones y terapias estándar que consideren una evaluación de beneficio / riesgo -profundizaron los autores en la publicación-. A las mujeres embarazadas con sospecha de COVID-19 no se les debe negar la obtención de imágenes en forma de radiografía de tórax, exploración de ventilación / perfusión o angiografía pulmonar por tomografía computarizada, cuando esté indicado”.
Sobre las pruebas de diagnóstico de COVID-19 durante el embarazo
«Al igual que con todos los problemas médicos durante el embarazo, la prioridad debe ser confirmar un diagnóstico y estabilizar la condición de la mujer» (Getty)“Al igual que con todos los problemas médicos durante el embarazo, la prioridad debe ser confirmar un diagnóstico y estabilizar la condición de la mujer” (Getty)
Los investigadores del presente estudio concluyeron que deben realizarse todas las pruebas necesarias para confirmar el diagnóstico principal de COVID-19, así como otras afecciones implicadas, independientemente del estado de gestación, teniendo en cuenta otras posibles explicaciones. Las imágenes deben realizarse cuando sea necesario.
En el estudio actual también se proporcionó la seguridad de varias pruebas de imagen, siendo la tomografía computarizada (TC) la que presenta el mayor riesgo para la madre. El riesgo de esta exploración se presenta en forma de un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama en algún momento, con un aumento de 10 mGy de radiación con aproximadamente un 14% más de riesgo. El riesgo fetal parece ser insignificante.
Asimismo, todos los datos disponibles continúan mostrando que es poco probable que los bebés contraigan COVID-19 de sus madres y que estos bebés no requieren hospitalización después del nacimiento. Dada la importancia del contacto piel a piel y la lactancia materna poco después del nacimiento en términos de su papel en la mejora de la salud mental y el vínculo madre-bebé, la Organización Mundial de la Salud promueve mantener unida a la díada madre-bebé, independientemente del estado de COVID-19, si es posible.
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