Tanques en las calles. Los servicios de internet cortados. Canales de televisión censurados. Myanmar ha amanecido este lunes de nuevo en el pasado, después de que el Ejército detuviera de madrugada a su líder de facto, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, al presidente, Win Myint, y a decenas de miembros del Gobierno civil, y declarara el estado de emergencia por un periodo de un año. Un golpe de Estado sobre el que los militares habían advertido la pasada semana alegando fraude en las elecciones de noviembre, ganadas por el partido de Suu Kyi, y que echa por tierra 10 años de transición democrática en un país que vivió bajo férreo dominio castrense durante medio siglo.
Paloma Almoguera | El Confidencial
En un vídeo divulgado por Myawaddy, canal de televisión propiedad del Ejército —conocido como el Tatmadaw—, los militares enunciaban los motivos del golpe por el que se entregaba el poder al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el general Min Aung Hlaing, a partir de este lunes, 1 de febrero. “Hubo un terrible fraude durante las elecciones generales que va en contra de asegurar una democracia estable. Hasta que este problema sea solucionado, obstruirá el camino hacia la democracia y por lo tanto debe ser resuelto de acuerdo a la ley”, reza el comunicado del Ejército, que cita el artículo 417 de la constitución de 2008 —redactada por las fuerzas armadas— para invocar el estado de emergencia.
Las alegaciones de fraude por parte del Ejército se han repetido desde incluso antes de los propios comicios, celebrados el pasado 8 de noviembre, sin que sean respaldadas ni por la comisión electoral nacional, ni por los tribunales o los observadores electorales. La Liga Nacional para la Democracia de Suu Kyi (NLD, por sus siglas en inglés) obtuvo el 83% de los escaños disputados en las que supusieron las segundas elecciones democráticas de la historia de Myanmar (antigua Birmania). El Partido por el Desarrollo y la Unión Solidaria (USDP), respaldado por los militares y que obtuvo un mínimo apoyo popular, denunció irregularidades y buscó aliados en las instituciones, sin éxito. Ante la falta de respaldo, el portavoz del Ejército, el general Zaw Min Tun, advirtió el pasado 26 de enero de la posibilidad de un golpe de Estado si las acusaciones de fraude no eran atendidas, si bien las fuerzas castrenses descartaron la asonada durante el fin de semana. Un volátil escenario que derivó en la opción más temida: la ejecución del golpe de Estado en una fecha clave, horas antes de que el nuevo parlamento birmano tuviera que reunirse por primera vez este lunes para abrir una nueva legislatura de cinco años.
Los ‘otros’ motivos del Ejército
Esta coyuntura apunta hacia otros motivos detrás del golpe, sin pruebas que avalen el fraude electoral. Una segunda legislatura de Suu Kyi “habría sin duda tratado de impulsar más la transición democrática de Myanmar, lo que tendría implicaciones significativas en el rol del Ejército en el país”, apunta Alistair Cook, experto en el sureste asiático del Instituto de Relaciones Internacionales Rajaratnam de Singapur.
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