Los 300 venezolanos que habitan desde hace tres años una franja de terreno ajena en los alrededores de la Central de Abastos de Cúcuta, Cenabastos, viven a diario con el credo en la boca. Así lo reseña La Opinión de Cúcuta.
Duermen en Bugguies, como ellos les llaman, que no son otra cosa que cambuches de cartón, latas y colchas de sábanas viejas, a orillas del canal Bogotá que remata en esa zona de la ciudad.
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El lugar se asemeja a una ranchería de indios yukpa, pero con la diferencia que en esta no se observan canastos, túnicas ni objetos elaborados del fruto del totumo, sino tarros de plásticos, latas, cartones, alambres y vasijas de aluminio en grandes cantidades, que a diario recogen en los barrios de los alrededores y de lo cual ganan su sustento.
Son recicladores y este oficio les ha servido para sobrevivir en una ranchería a la que llamaron Ciudad de Dios.
Allí sobreviven en condiciones de total vulnerabilidad, entre ellas 120 niños y adolescentes, cuyos padres se dedican de día y de noche al rebusque del reciclaje; otros son vendedores informales.
Con información de La Patilla