Las autoridades francesas desmantelaron una red que falsificaba pruebas negativas para venderlas a aquellos viajeros que necesitaba salir de París.
De acuerdo con el secretario de Estado de Transportes, Jean-Baptiste Djebbari, la banda recibía entre 100 y 300 euros por cada documento.
Sus clientes eran mayoritariamente pasajeros con destino a países africanos.
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Djebbari destacó que estos fraudes están castigados con «penas de multas y de prisión bastante disuasorias».
Los detenidos, en caso de ser considerados culpables, podrían ser condenados hasta a cinco años de cárcel y hasta a 375.000 euros de multa.
Los miembros de la red elaboraban los certificados utilizando la identidad de laboratorios que existen realmente. Transmitían los documentos en papel o en formato electrónico a viajeros que necesitaban mostrar un test negativo para ser admitidos en el país de destino.
EFE
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