Las autoridades neerlandesas arrestaron este miércoles a Jos van Wijk, presidente de una conocida cooperativa llamada Última Voluntad (Laatste Wil o CLW), que proporciona “recursos” para el suicidio asistido de personas a las que les fue denegada la eutanasia.
Según anunció este miércoles la Fiscalía neerlandesa, el arresto de Van Wijk, de 73 años y sospechoso de dirigir una organización criminal en Países Bajos, se produce “en respuesta a una serie de casos de suicidio recientes”.
Van Wijk ha sido detenido en Apeldoorn como sospechoso de participar y liderar “una organización criminal cuya intención es cometer o planificar el delito de suicidio asistido”, precisó la Fiscalía.
Los agentes registraron la casa del detenido ayer, martes, como parte de esa investigación y también otra residencia “en otra parte del país” que no ha sido revelada.
La Fiscalía especifica que una organización criminal se define como “dos o más personas involucradas en la comisión de delitos o su planificación en una conexión estructurada y duradera”.
No está claro de cuántos casos de suicidio habla la Fiscalía ni cuándo ocurrieron exactamente, como tampoco se sabe cuál fue el papel exacto de CLW, lo que sigue estando bajo investigación.
El abogado del detenido subrayó la “decepción” de la cooperativa con “el paso dado por la Fiscalía” y aseguró que CLW “actúa en el marco de la ley, se compromete a ampliar las posibilidades legales y es transparente al respecto”, incluso con la Fiscalía, por lo que lamentó que “los 27.500 miembros de CLW estén siendo criminalizados” por las autoridades.
Esta organización se estableció en 2013 en Países Bajos para proporcionar a sus miembros vías de “último recursos” para poner fin a su vida “en el lecho de muerte”, en caso de que los médicos neerlandeses no consideren que cumplen los requisitos médicos necesarios para obtener la eutanasia, pero esta práctica no se considera legal en el país.
El pasado julio, las autoridades detuvieron a un hombre, miembro de esta asociación, en la ciudad de Eindhoven bajo sospecha de lavado de dinero, cooperación al suicidio asistido y violación de la Ley de Medicamentos, y se cree que había vendido lo que se conocen como “polvos suicidas” (usados por miembros de CLW para poner fin a su vida) a cientos de personas.
Según la televisión neerlandesa NOS, este último caso y el de Van Wijk se están investigando de forma separada y no están vinculados.
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