Laura estaba en una clínica de Trinidad y Tobago. Con apenas 7 meses de embarazo fue forzada a una cesárea. Con un matrimonio europeo radicado en la isla había acordado que el niño de la joven venezolana sería su hijo en adopción. Unos 2.500 dólares recibiría la madre.
Por El Tiempo
La mujer se había quedado sin pareja y la difícil situación del país le hacían pensar que no era buena idea traer un nuevo hijo, por lo que un médico en Caracas le indicó que existía la posibilidad de dar el niño en adopción, “que todo estaría bien” y sería seguro.
Le plantearon que primero iría a conocer a la familia en Trinidad para decidir si quería dar el niño. El viaje se dio desde el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, pero al estar en la isla –que mantiene una estrecha relación con el gobierno de Venezuela- fue encerrada en una casa, ahí comenzó el calvario. Sin saber inglés las cosas se complicaron.
Este 30 de julio es el Día Mundial contra la Trata de Personas. En Venezuela no hay cifras oficiales y unas pocas ONG llevan precarios registros. Sin embargo, los casos como los de Laura, son constantes en las fronteras del país, pero en especial las marítimas. Desde el estado Sucre, al norte, embarcaciones clandestinas zarpan con veintenas de migrantes, la mayoría mujeres.
Precisamente estos pactos y acuerdos no funcionaron. Fue la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que otorgó medidas cautelares al hijo de Laura, que para 2019 tenía 15 meses de edad, de los cuales 12 había permanecido en una casa de albergue debido a todas las disputas legales que emprendió la madre en la isla, la cual ha prestado poco apoyo al caso.
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