Una joven arrodillada junto a la vereda saca un encendedor, prende una vela y mira con los ojos vidriosos el mural que lleva el rostro de Diego Armando Maradona. Ahí, junto al estadio de Argentinos Juniors, club que vio nacer futbolísticamente al ‘Pelusa’ cuando era un humilde ‘cara sucia’, los fieles de este nuevo santo pagano instalaron un altar en su honor.
Leandro Lutzky | ActualidadRT
Ya se está por cumplir una semana desde que se conoció la noticia que conmocionó a gran parte del mundo. Los argentinos, caracterizados por su efusividad, siguen cabizbajos desde el 25 de noviembre, fecha en que el corazón del ‘Diez’ dejó de latir. Aquel miércoles, el día del ‘shock’, no se escuchaban gritos ni bocinazos en las calles porteñas. De hecho, más allá de manifestaciones puntuales, nunca hubo tanto silencio en la ‘ciudad de la furia’.
En el barrio de La Paternal, frente a la cancha que lleva el nombre del ídolo popular, todavía se está asimilando el golpe. Son las 23, y los maradonianos se siguen acercando. Dejan camisetas de fútbol, pelotas, fotografías y dedicatorias para el ‘Pibe de Oro’. Algunos hasta le piden favores al señor de los milagros imposibles: «Diego, deseo que mi amor logre venir conmigo a la Argentina. Karla, te amo», se lee en una nota.
La nostalgia da para todo. También hay un grupo de jóvenes escuchando un tema de Rodrigo, dedicado al ‘crack’ del fútbol: «¡Y todo el pueblo cantó, Maradó, Maradó! ¡Nació la mano de Dios, Maradó, Maradó!«. Ninguno vio jugar al excapitán de la selección argentina, pero la devoción por su figura es unánime. «El Diego vive en nosotros», dice Fernando Rodríguez (25), mientras suena el cuarteto de fondo. «Soy de Venezuela, y la primera camiseta de fútbol que tuve fue la de Maradona», recuerda.
La tristeza, como cuando se pierde a un ser muy querido, acompaña esta escena lúgubre. «Diego fue toda mi vida», remarca Sofía Inés Gallardo (32), emocionada. Algunos incluso empiezan a hacerse la idea de que el astro, en realidad, solo era un hombre: «Para muchos era un dios, pero no era eterno», lamenta Yamila Escalise (36), abrazada a sus amigos.
Entre tanto, la pregunta que recorre el país es cómo seguir sin aquel chico que nació en una villa, y después salió campeón del mundo. ¿Quién se imagina a Argentina sin Maradona?
El mito
«Hay un vínculo fuertísimo entre Maradona y porcentajes altos de la población. La mayoría de ellos se encuentran en sectores subalternos, donde es bastante unánime», indica el sociólogo Pablo Alabarces. El académico, que estudió a fondo la cultura popular, señala que este nexo «amoroso» está basado «en la cuestión heroica y mítica». Se trata de una relación con las masas que no puede compararse con otro ícono reciente: «Habría que retrotraerse a Carlos Gardel o Eva Perón».
Con la muerte del ‘Barrilete Cósmico’, nace algo nuevo. Aunque Alabarces opina que el mito en torno a Maradona ya existía, ahora se produce «un agigantamiento de su memoria, con un cierto pasaje a lo legendario, que conlleva un grado de afección». Sobre la deidad que muchos le atribuyen al exfutbolista, prefiere interpretarlo como hacía Manu Chao, en su canción ‘Santa Maradona’: «Laico y plebeyo».
Igualmente, los fanáticos siguen montando altares por todos los lugares donde pasó Diego. Uno de ellos está en la esquina de las calles Segurola y Habana, en el barrio de Devoto, junto a un edificio donde vivía el argentino. Se trata de una intersección ampliamente conocida por todos los feligreses maradonianos: en los 90, cuando el goleador jugaba en Boca, dio públicamente la dirección de su departamento para invitar a pelear a un rival, Julio Cesar ‘Huevo’ Toresani, tras un partido picante contra Colón.
«Segurola y Habana 4310, séptimo piso, y vamos a ver si me dura 30 segundos«, vociferaba el ‘Diez’ ante los micrófonos, cuya expresión se inmortalizó en el mundo futbolero. Allí mismo, sus fieles le rinden tributo, y hasta le cambiaron el nombre a las calles: a modo extraoficial, se llaman «Diego» y «Maradona».
«Nunca voy a dejar de agradecer tanta belleza, tanto arte en una cancha de fútbol», dice José (61), quien detuvo su vehículo para ver el homenaje. «Es lo mejor de este país, la maravilla más grande del mundo y siempre lo va a ser», expresa Verónica Papadópulos, mientras observa el poste, como si fuese el mismísimo Maradona. Arriba, mirando hacia el cielo, un inmenso cartel atado a postes de luz muestra el sentir del lugar: «Gracias ‘D10S’ por haber jugado al fútbol».
La locura por Diego en esa nación del Cono Sur no es una novedad. Tampoco la admiración y popularidad que generó en el resto del mundo. Sin embargo, en los últimos días se está consolidando el símbolo, es decir, lo que representa Maradona fuera de las canchas: un ícono de masas contra los poderosos. La rebelión. De hecho, por estas horas se viralizaron imágenes de protestas en Francia con una bandera que llevaba el rostro de Diego, en medio de los disturbios.
«Esta idea ya está sobre Maradona hace mucho tiempo», confirma el sociólogo. «No sé si globalmente, pero sí estaba probado en excolonias británicas. Incluso al interior del Reino Unido, lo amaban los galeses y escoceses. Funcionaba como un símbolo del dominado en reacción frente al dominante«, finaliza Alabarces.
Así, ya sea como un dios, un santo pagano o un rostro que compartirá banderas con el ‘Che’ Guevara en manifestaciones del mundo, el jugador más amado de la historia no será olvidado. Y mientras en el sur de Italia u otras partes del planeta le rinden inmensos homenajes, en Argentina, donde nació su gambeta a base de barro y potrero, los ritos continúan.
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