El Gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, pidió este jueves recursos económicos a los países críticos con su política medioambiental para preservar la Amazonía, donde se han disparado los índice de deforestación en el último año, y defendió llevar «prosperidad» a los habitantes de esa región.
EFE
«Muchos de los que nos critican pueden meterse la mano en el bolsillo y poner recursos para ayudar. Opinar gratis es fácil, pero poner dinero encima de la mesa en valores compatibles con la magnitud del problema es otra historia», afirmó el ministro de Medioambiente, Ricardo Salles.
Salles participó este jueves en la transmisión semanal vía redes sociales del presidente ultraderechista Bolsonaro, quien evitó pronunciarse sobre temas ambientales y apenas reforzó la soberanía de Brasil sobre la región amazónica que está en su territorio.
Este tipo de cooperación internacional para la conservación del bioma tropical ya existía a través de diversas iniciativas, como el «Fondo Amazonía», que tenía como principales patrocinadores a Alemania y Noruega y que ahora está congelado.
Por otro lado, algunos gobiernos europeos, grandes empresas, millonarios fondos de inversión y organizaciones ecologistas se han mostrado muy críticos con la política medioambiental del mandatario, que defiende públicamente la explotación de los recursos naturales de la Amazonía e impulsar más el sector agropecuario.
Sin embargo, desde que asumió el poder, el 1 de enero de 2019, la deforestación y los incendios en la Amazonía brasileña se han incrementado de forma notable.
Entre agosto de 2019 y julio de 2020, la deforestación en la selva amazónica aumentó un 9,5 % frente al periodo anterior y alcanzó su nivel más alto desde 2008, según datos oficiales.
El área de bosque tropical derribado alcanzó los 11.088 kilómetros cuadrados en el último año, un área superior a la de países enteros como Líbano o Jamaica.
Salles quiso quitar hierro al dato y dijo que la deforestación en 2004 -que llegó a los cerca de 28.000 kilómetros cuadrados, cuando entonces gobernaba el progresista Luiz Inácio Lula da Silva- fue «tres veces mayor» que la del último año.
«A partir ahí se inició un trabajo y se redujo la deforestación hasta los menores índices de la historia que son de 2012. Y de 2012 para adelante, por tanto aún durante los Gobiernos del Partido de los Trabajadores (2003-2016) vuelve a subir», se defendió Salles.
Sin embargo, el ministro afirmó que durante los años en que se bajó a mínimos históricos la tala ilegal de árboles, no hubo «una preocupación en cuidar» a los «23 millones de brasileños que viven en la Amazonía», que, según él, fueron abandonados.
«Y cuanto no se cuida a las personas, las presiones por las actividades ilegales, la presión por ganar recursos de alguna forma, aumenta mucha», justificó.
En este contexto, aseguró que desde la Administración Bolsonaro hay «una preocupación muy grande en combatir la criminalidad, también en la cuestión ambiental», pero «colocando las personas en primer lugar».
«La deforestación de este año está más o menos en niveles de 2008, por tanto bien abajo de 2004 y 2005, eso no quiere decir que estemos contentos, pero hay que llevar prosperidad a la región», manifestó.
Por ello, Salles se mostró abierto «a la cooperación con todos los países que respeten la soberanía» brasileña para preservar el bioma.
«La cooperación tiene que ser siempre en términos concretos. Discutimos, oímos discursos y tal, pero tiene que haber recursos encima de la mesa. La persona venir aquí y poner recursos para ayudarnos. Solo crítica gratuita no ayuda», apuntó.
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