El líder del grupo de extrema derecha Proud Boys, Enrique Tarrio, fue confidente tanto del FBI como de las fuerzas del orden locales tras ser detenido en 2012, según el testimonio de un antiguo fiscal y la transcripción de las actas de un tribunal federal con fecha de 2014. Él, sin embargo, lo niega. “No se nada de eso”, declaró Tarrio a Reuters este martes, después de que la agencia publicara en exclusiva esta información. “No recuerdo nada de eso”, insistió. La organización Proud Boys participó en el asalto en Washington al Capitolio el pasado 6 de enero.
De lo que Tarrio dice no acordarse es del acuerdo al que, según tres fuentes distintas, llegó con la fiscalía de Miami para rebajar su sentencia de 30 meses a 16 por delitos de fraude. El líder del grupo de extrema derecha pactó trabajar como informante infiltrado en casos que llevaron a la detención de más de una docena de implicados en procesos relacionados con drogas, juego y tráfico de personas.
Tarrio asegura, sin embargo, que los cargos federales por fraude en la venta de suministros para la diabetes robados que ofrecía por debajo del valor de mercado fueron reducidos porque tanto él como otros acusados detenidos al mismo tiempo ayudaron a los investigadores del caso a “aclarar” dudas sobre ese sumario, pero que nunca ayudó en indagaciones para condenar a otros.
La declaración de Tarrio choca de plano con las de su abogado defensor, el fiscal, agentes del FBI y las actas del proceso llevado a cabo en 2014. La juez del caso, Joan Lenard, aseguró que Tarrio “proporcionó asistencia sustancial en la investigación y acusación de otras personas relacionadas con actividades criminales”. La antigua fiscal del caso, Vanessa Singh Johannes, declaró a Reuters sentirse sorprendida de que el acusado que ella condenó por fraude desempeñara ahora un papel central en el movimiento extremista violento que pretendió impedir que se certificara la victoria de Joe Biden en el Congreso. “Sabía que era un estafador”, declaró Johannes, “pero no tenía ninguna razón para imaginar que también era un terrorista”.
El abogado defensor del líder de Proud Boys, Jeffrey Feiler, aseguró entonces ante el tribunal —y así se recoge en las actas— que su cliente había estado infiltrado en varias investigaciones, una de ellas relacionada con la venta de esteroides, otra con la venta al por mayor de recetas de narcóticos y una tercera cuyo objetivo era desenmascarar a traficantes de personas. Su propio abogado definió a Tarrio como un informante “prolífico”.
Nacido en Miami, no se sabe muy bien si en 1984 o 1985, Tarrio se define a sí mismo como afrocubano. Ha sido el rostro más visible del grupo de ultraderecha solo para chicos al que Trump hizo un llamamiento en un debate electoral para “retroceder y esperar”. El republicano no condenó la retórica incendiaria de extrema derecha que los Chicos Orgullosos (traducción literal del nombre de la organización) proclamaban. Los Proud Boys se describen como “machistas occidentales” hartos de pedir disculpas que exige la corrección política y descartan sus vínculos con el supremacismo blanco.
Sin embargo, el FBI lo clasifica como un “grupo extremista con vínculos con el nacionalismo blanco” y el Southern Poverty Law Center (SPLC), la institución de referencia en el estudio del extremismo en EE UU, lo incluye en la lista de grupos de odio del país.
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