La acusación de presunta criminalidad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra su predecesor demócrata, Barack Obama, ha tomado un nuevo nombre: Obamagate.
En esta nueva reiteración promovida por Trump y sus aliados de la derecha, los funcionarios de Obama en los últimos días de su administración presuntamente conspiraron para poner una trampa al asesor de seguridad nacional de Trump, Michael Flynn, como parte de un plan más amplio para derribar al presidente entrante.
La teoría de la conspiración cobró nueva vida después de que el Departamento de Justicia, en un dramático giro de 180 grados la semana pasada, decidió retirar su caso criminal contra Flynn, diciendo que el FBI no tenía justificación para investigarlo por sus conversaciones de 2016 con el ex embajador de Rusia en Washington.
Como parte de su reevaluación del caso Flynn, el Departamento de Justicia publicó un diluvio de registros que arrojan luz sobre las deliberaciones de la administración de Obama sobre Flynn, previamente desconocidas. Eso llevó a Trump a afirmar que Flynn había sido ilegalmente atacado y que la decisión de investigarlo llegó hasta el anterior presidente.
«¡El mayor crimen político de la historia americana, por mucho!», dijo Trump en varios tuits y retuits referidos a Obamagate el domingo.
En poco tiempo, el hashtag «Obamagate» se hizo viral, dando un nuevo giro a una vieja teoría de conspiración.
Cuando se le pidió el lunes que describiera el supuesto crimen de Obama, Trump sólo ofreció que «algunas cosas terribles ocurrieron, y nunca debería permitirse que ocurran en nuestro país». Predijo más revelaciones en las próximas semanas.
Obama es un favorito y frecuente objetivo de los ataques de Trump, quien aumentó la presión sobre su predecesor después de que Obama, en comentarios filtrados a ex funcionarios de su administración, atacó la decisión del Departamento de Justicia de dejar a Flynn libre, diciendo que «el estado de derecho está en riesgo».
Al presentar nuevas acusaciones contra el expresidente, Trump aparentemente también busca implicar a su probable oponente este otoño, el vicepresidente de Obama, Joe Biden.
Aquí un resumen de la controversia.
Orígenes del Obamagate
En el fondo, Obamagate es un viejo alegato con un nuevo nombre.
Ya en marzo de 2017, Trump manifestó que Obama había intervenido ilegalmente el teléfono del empresario multimillonario en la Torre Trump durante la campaña de las elecciones presidenciales de 2016, comparando la supuesta vigilancia ilegal con el escándalo Watergate de la era Nixon. Al año siguiente, Trump afirmó que el FBI había colocado un informante dentro de su campaña, apodando a la supuesta conspiración «Spygate».
La principal acusación en Obamagate es que el expresidente fue cómplice de la decisión de investigar, y atrapar, a Flynn, incluso después de que el general retirado de tres estrellas fuera declarado inocente. Flynn, un antiguo demócrata, sirvió como el principal oficial de inteligencia militar de la administración Obama antes de ser forzado a dejar el trabajo y más tarde a alinearse con Trump.
Flynn fue investigado dos veces en 2016 y 2017, primero como parte de la investigación del FBI sobre los vínculos entre la campaña de Trump y Rusia, y más tarde en una serie de conversaciones que tuvo con el entonces embajador de Rusia en Washington, Sergey Kislyak, en las que aconsejó a los rusos que se abstuvieran de tomar represalias contra las sanciones de la administración de Obama -insinuando que Trump las suavizaría una vez en el cargo.
Reunión en la Oficina Oval
Central en la teoría de la conspiración Obamagate es una reunión en la Oficina Oval entre Obama y su equipo de seguridad nacional el 5 de enero de 2017, sólo 15 días antes de que Trump tomara posesión del cargo.
La reunión se produjo el día después de que el FBI decidiera cerrar formalmente su investigación sobre los presuntos vínculos de Flynn con Rusia pero antes de decidir mantenerla abierta después de enterarse de sus llamadas interceptadas a Kislyak.
Altos funcionarios de inteligencia informaron a Obama de sus hallazgos sobre la intromisión de Rusia en las elecciones. Al final de la reunión, el presidente pidió al director del FBI, James Comey, y a la fiscal general adjunta Sally Yates que se quedaran. Se unieron a ellos el vicepresidente Joe Biden y la asesora de seguridad nacional Susan Rice.
Como Yates relató durante una entrevista en 2017 con el equipo del consejero especial Robert Mueller, Obama comenzó diciendo que «se había enterado de la información sobre Flynn» y de sus conversaciones con Kislyak sobre las sanciones a Rusia.
Esto fue una nueva noticia para Yates, quien como el oficial No. 2 del Departamento de Justicia supervisaba al FBI pero no se le había informado.
Como Comey dijo más tarde al Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, alertó al Director de la CIA John Brennan tan pronto como se enteró de lo de Flynn. Brennan por su parte, informó a Obama.
Yates y Rice contaron más tarde lo que Obama dijo en la reunión. Según Yates, aunque Obama dijo que no quería detalles de la investigación, preguntó «si la Casa Blanca debería tratar a Flynn de manera diferente» durante los días restantes de la administración.
Yates no recordó la respuesta de Comey a la pregunta. En un correo electrónico a ella misma en el último día de Obama en el cargo, Rice recordó que Obama reiteró en la reunión que «nuestro equipo investigador debe proceder como normalmente lo haría según las reglas».
Yates y otros exfuncionarios han defendido la investigación de Flynn. Sin embargo, el hecho de que la reunión en la Casa Blanca se haya celebrado al día siguiente de que el FBI se preparara para cerrar la investigación sobre Flynn, y de que Obama estuviera al tanto de las llamadas telefónicas de Flynn a Kislyak, ha llevado a Trump, a los comentaristas de derecha y a los abogados de Flynn a afirmar que la subsiguiente investigación de Flynn sobre sus llamadas a Kislyak constituyó una conspiración anti-Trump que alcanzó los niveles más altos de la administración Obama.
«Así que todo el asunto fue orquestado y montado dentro del FBI, (el exdirector de inteligencia nacional James) Clapper, Brennan y en la reunión del Despacho Oval ese día con el Presidente Obama», dijo Sydney Powell, el abogado de Flynn, a Fox News el domingo.
Los registros recientemente desclasificados del FBI del caso Flynn, que fueron entregados a los abogados de Flynn, proporcionaron más forraje para los promotores de la teoría de la conspiración.
En una nota manuscrita ampliamente citada, un alto funcionario del FBI se preguntó sobre si el objetivo de entrevistar a Flynn sobre sus llamadas al embajador ruso era «hacer que lo despidieran» o hacer que mintiera.
Desenmascarando a Flynn
La teoría de la conspiración de Obamagate se alimenta de otra acusación: el desenmascaramiento de la identidad de Flynn por motivos políticos durante el período de transición de Trump.
Los analistas de inteligencia de Estados Unidos «enmascaran» habitualmente la identidad de las personas de EE.UU. cuyas comunicaciones se recogen incidentalmente durante la recopilación de información de inteligencia sobre funcionarios extranjeros. Las conversaciones de Flynn con Kislyak fueron aparentemente escuchadas durante una intercepción rutinaria de las llamadas de Kislyak.
Los funcionarios de seguridad nacional autorizados que deseen comprender la inteligencia subyacente pueden pedir a la Agencia de Seguridad Nacional que «desenmascare» la identidad de un individuo.
Esta es una práctica común. Pero Trump y sus aliados han acusado durante mucho tiempo a los antiguos funcionarios de la administración Obama de desenmascarar ilegalmente la identidad de Flynn con fines políticos.
Esta semana, Richard Grennell, un aliado cercano de Trump que sirve como director interino de inteligencia nacional, reveló los nombres de más de una docena de funcionarios de Obama que solicitaron el desenmascaramiento de la identidad de Flynn durante las últimas semanas de la administración.
La lista incluye una serie de funcionarios de la administración de Obama que Trump ha considerado durante mucho tiempo como sus enemigos -Brennan, James Clapper, director de inteligencia nacional, y Comey.
Perspectivas de una investigación
Desde que comenzó el Obamagate, Trump ha estado presionando a los republicanos del congreso para que investiguen a Obama. Esa perspectiva es altamente improbable.
«Si yo fuera senador o congresista, la primera persona a la que llamaría a testificar sobre el mayor crimen y escándalo político en la historia de EEUU, por mucho, es el expresidente Obama», escribió Trump el jueves en un tuit. «Él sabía TODO. Hazlo @LindseyGrahamSC, sólo hazlo. No más Señor Buena Gente. No más charla!», Trump tuiteó el jueves.
Pero el presidente del Senado, Lindsey Graham, un confidente de Trump, dice que no está interesado en arrastrar a Obama ante el Congreso.
«No creo que ahora sea el momento de hacerlo», dijo Graham al portal en internet Politico. «No sé si eso sea siquiera posible».
Pero Graham prometió llamar a los funcionarios de la administración de Trump mientras su comité investiga los orígenes de la investigación Trump-Rusia.
Por su parte, Biden y otros demócratas desestiman el llamado Obamagate como un descarado intento de Trump de desviar la atención de las crecientes críticas sobre su manejo de la crisis del coronavirus.
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.