El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, anunció hoy «el control total» de Mekele, la capital de la región de Tigray, dos días después de que ordenase el ataque final contra las autoridades rebeldes de esta región, a quienes declaró la guerra el pasado 5 de noviembre.
EFE
«El Gobierno federal tiene ahora el control total de la ciudad de Mekele. Con el pleno control de la capital regional, esto marca la finalización de la última fase de la ENDF (Fuerza Etíope de Defensa Nacional, nombre de la Fuerzas Armadas de Etiopía)», declaró Abiy en un comunicado en su cuenta de Twitter.
«La policía federal continuará ahora su tarea de detener a los criminales del Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT) y llevarlos a la corte», añadió.
Abiy indicó que, tras haber «concluido con éxito» la «operación principal», ahora deben «reconstruir lo que ha sido destruido; reparar lo dañado; retornar a los que han huido, con la máxima prioridad de devolver la normalidad a la gente de la región de Tigray».
«Logramos esto sin herir a los civiles y sin causar daños en las infraestructuras y el patrimonio histórico», dijo Abiy en su cuenta de Facebook al indicar que las Fuerzas de Defensa «han salido victoriosas» gracias a la cooperación de los residentes en Tigray y en Mekele, a quienes atribuyó el éxito de la operación.
Esta mañana, el gobierno regional de Tigray declaró que «desde ayer, Abiy Ahmed y las fuerzas eritreas han estado bombardeando con artillería pesada» la capital, y hoy «principalmente contra lugares e infraestructuras civiles».
Este jueves, el primer ministro de Etiopía ordenó el ataque final contra las autoridades rebeldes de la región de Tigray y prometió «mucho cuidado» para no herir a civiles en el despliegue para tomar la ciudad, de casi medio millón de habitantes.
Abiy se reunió ayer con los expresidentes Joaquim Chissano (Mozambique), Ellen Johnson-Sirleaf (Liberia) y Kgalema Motlanthe (Sudáfrica), enviados por la Unión Africana para mediar en esta guerra.
El primer ministro rechazó el diálogo como vía de solución y sólo lo contempla con «partidos políticos que operan legalmente en la región» y con representantes de la sociedad civil.
Por ahora, el mandatario etíope, Premio Nobel de la Paz en 2019, ha desoído los llamamientos internacionales a un cese o descenso de las hostilidades contra el FPLT.
Desde el pasado día 4, cuando Abiy ordenó la ofensiva contra el FPLT en respuesta a un ataque de fuerzas tigriñas a una base de ejército federal en la región, cientos de personas han muerto y más de 43.000 etíopes han escapado al vecino Sudán.
Aunque esta contienda empezó el pasado día 4, el contencioso de Tigray comienza en la refundación de Etiopía tras la caída del régimen comunista en 1991, cuando se promueve una política de federalismo étnico, donde supuestamente todas las etnias tienen igual valor y representación.
Sin embargo, el FPLT -que representa al 5 % de los 110 millones de habitantes de Etiopía- lideró desde entonces la coalición étnica que conformaba el gobernante Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE).
Esa hegemonía duró hasta el nombramiento en 2018 de Abiy, un joven político de origen oromo, como primer ministro, quien quiso extirpar el etnicismo de la política refundando el FDRPE en el Partido de la Prosperidad (PP), del que se desvinculó el FPLT.
Tras retrasarse las elecciones generales, que debían tener lugar el pasado agosto, por la covid-19, el FPLT celebró en septiembre comicios parlamentarios regionales, que el Gobierno central tachó de ilegales, de ahí que busque restaurar en Tigray el «orden constitucional».
Asimismo, desde el 5 de octubre, fecha en la que teóricamente vencía el mandato de Abiy, el gobierno de Tigray no reconoce la autoridad del Ejecutivo federal.
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