La mayoría de los países de la región han adoptado e implementado en los últimos 30 años políticas de apertura comercial en forma unilateral, multilateral y en el contexto de acuerdos comerciales alcanzados dentro de la región y con socios extrarregionales.
Estas políticas repercutieron en una sustancial reducción de aranceles y barreras no arancelarias, tanto con socios regionales como extrarregionales. Las tarifas aplicadas promedio pasaron de 12% a 6% entre los años 2000 y 2018 en América Latina, aunque todavía están en niveles por encima de las aplicadas en países desarrollados que se sitúan en torno a 2%.
Si bien para el promedio de la región estas políticas han generado aumentos en el comercio e inversiones, sus resultados han sido más bien modestos. Las exportaciones como porcentaje del producto interno bruto (PIB) aumentaron moderadamente, pasando de 25% en el período 1980-1984 a 29% en el período 2015-2019.
Un informe realizado por CAF -banco de desarrollo de América Latina- evidencia que en América del Sur se destacan casos como Paraguay, que casi triplica su nivel de exportaciones respecto al PIB (pasando de 13% a 35% del PIB). Otros países que eran inicialmente más abiertos, como Chile y Uruguay, también suben en su inserción internacional, aunque mucho más moderadamente. Argentina eleva su razón de exportaciones a producto, pero aún mantiene niveles muy bajos al final del período, al igual que Brasil.
Entre los países andinos se destaca Ecuador, que casi duplica su inserción internacional, mientras que Perú y Colombia tienen aumentos más modestos. En Centroamérica hubo un fuerte aumento del comercio en relación al PIB en el caso de Honduras, Nicaragua y El Salvador. Finalmente, sin duda un caso excepcional es el de México, que muestra un destacado aumento (casi se triplica) en el nivel de internacionalización de su economía.
Hasta ahí el vaso luce medio lleno. Sin embargo, el panorama empieza a cambiar al ver el comportamiento del resto de competidores. Mientras que la participación en las exportaciones globales no se ha modificado, manteniéndose en valores de entre 4% o 5%, otras regiones en desarrollo como el Sudeste Asiático pasó de una participación de 3,5% a 7,5% en el mismo período. Un factor que puede explicar este poco dinamismo es el escaso efecto que tuvieron estas políticas en el comercio intrarregional.
Los países de la región comercian poco entre sí. La cercanía geográfica no parece haber tenido un impacto significativo en términos de menores costos de comercio, hecho que sí se ve en otras regiones y bloques económicos y que impulsa el intercambio entre economías vecinas.
“Es necesario complementar el avance realizado en materia tarifaria con políticas que ayuden a reducir los costos de comercio por otras vías, como la reducción de costos de procedimientos y frontera vía facilitación del comercio, los costos de transporte e interconexión con infraestructura física de calidad y la armonización y transparencia en las regulaciones del comercio que permitan una mayor participación en cadenas regionales y globales de valor”, explica Pablo Sanguinetti, vicepresidente de Conocimiento de CAF y coautor del informe.
El transporte por tierra, mar y aire es una de las principales oportunidades para reducir los costos y aumentar la competitividad en el mediano plazo. Una mejor infraestructura portuaria, con buena conectividad terrestre hacia estos nodos con carreteras y ferrocarriles, depósitos de almacenamiento, infraestructura para el transporte interno y la estiba de contenedores y sistemas eficientes de operación portuaria, redunda en menores costos de operación, que incentivan el establecimiento de prestadores de servicios, se ejemplifica en el reporte.
“La apertura comercial y la integración en las cadenas regionales y globales de valor permiten a los países expandir los mercados, promoviendo los beneficios de la especialización y las economías de escala, impulsando la productividad y el bienestar. Para lograrlo, se requiere homogeneizar entre los distintos países las regulaciones asociadas a requisitos de contenido doméstico o reglas de origen y permitir su acumulación, coordinar incentivos que promuevan la inversión extranjera directa de tipo vertical, y trabajar en la reducción en las restricciones al comercio de servicio, entre otras políticas”, afirma Lian Allub, economista principal de CAF y coautor del informe.
Los procesos de integración requieren de una institucionalidad y capacidades estatales para su diseño e implementación. Estos deben alinear los intereses de sectores que se beneficiarán de estas iniciativas y, al mismo tiempo, servir para reducir los costos y reconvertir aquellas actividades que podrían enfrentar mayor competencia. Para ello se requieren recursos, pero también capacidades de coordinación entre diferentes agencias estatales, con el sector privado y con otros gobiernos socios de estas iniciativas.
Nicolás Abrew, ejecutivo principal de comunicación en CAF.
Visiones del desarrollo es una sección promovida por CAF -banco de desarrollo de América Latina- que analiza los principales temas del desarrollo de la región. Los artículos que contiene se publican simultáneamente en los principales medios de América Latina.
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