El enviado de la ONU para Siria, Geir Pedersen, se sumó el viernes a los llamamientos para mantener abierto el único paso fronterizo por el que llega la ayuda humanitaria a la región insurgente de Idlib, una medida a la que se opone Moscú.
AFP
Además de ser el único punto por el que la ayuda puede llegar a unos tres millones de personas, el destino del paso fronterizo se considera una prueba de la nueva relación entre Rusia y Estados Unidos bajo el liderazgo del presidente Joe Biden.
Su cierre está previsto para el 10 de julio, y para mantenerlo abierto será necesario un voto de la ONU.
Pero Rusia, aliada del presidente sirio Bashar al Asad y que ha dejado clara su oposición a la medida que, según dice, amenaza la soberanía siria, puede utilizar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquearla.
«Los civiles de todo el país necesitan desesperadamente asistencia para salvar vidas y ayuda para crear resiliencia. Es absolutamente vital mantener y ampliar el acceso, incluidas las operaciones transfronterizas», dijo Pedersen al Consejo de Seguridad.
«Una respuesta transfronteriza a gran escala es esencial durante 12 meses más para salvar vidas», dijo.
En vigor desde 2014, la autorización transfronteriza se redujo drásticamente el año pasado a un único punto de entrada, en Bab al-Hawa (noroeste), a través de Turquía. Caduca el 10 de julio.
Desde el inicio de la guerra en 2011, Moscú, que considera que el deterioro de la situación humanitaria se debe a las sanciones occidentales, ya ha recurrido 16 veces a su veto sobre el expediente sirio y 10 veces sobre China.
El año pasado Moscú aplicó una drástica reducción en el número de puntos de cruce, de cuatro al que se mantiene, en Bab al Hawa, en la frontera turca.
Los países responsables del asunto en la ONU, Irlanda y Noruega, dos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, entregaron este viernes un proyecto de resolución a sus 13 socios del grupo, el cual también pudo obtener la AFP.
Teniendo en cuenta el aumento de las necesidades humanitarias en el noroeste y noreste de Siria, piden el mantenimiento durante un año de apertura de Bab al Hawa, útil para servir a la región insurgente de Idleb, y la reapertura también durante un año desde el punto de acceso de Al Yarubiyah, que proporciona energía desde Irak al noreste de Siria.
Estados Unidos, Francia y Reino Unido se inclinan también por la reapertura del paso fronterizo de Bab al Salam, en el noroeste, que fue uno de los que se cerraron el año pasado, según han dicho los diplomáticos.
En un comunicado difundido el viernes, Diana Semaan, de la ONG Amnistía Internacional, destacó que detener la ayuda transfronteriza tendría «consecuencias humanitarias catastróficas». «Pedimos al Consejo de Seguridad que vuelva a autorizar el acceso humanitario a través de Bab al Hawa y que reabra los cruces de Bab al Salam y al Yarubiyah», añadió.
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