Medio centenar de estudiantes se colaron este lunes sin pagar en una estación del centro de la capital chilena en un intento por mantener viva esta forma de protesta que fue el detonante hace seis semanas del estallido social más grave de la democracia chilena.
Al grito de «Evadir no pagar, otra forma de luchar» y «Chile despertó», los jóvenes saltaron los torniquetes en la estación Los Héroes, a pocos metro del Palacio La Moneda, sede del Ejecutivo chileno, y abrieron varias puertas para que ciudadanos comunes pudieran acceder sin pagar al suburbano.
«Como el Gobierno no ha dado respuestas a las demandas sociales, hemos decidido volver al germen de esta revolución, volver al principio. Quieren que volvamos a una normalidad que nunca ha existido y no lo vamos a permitir», aseguró a Efe Matías Peña, de 14 años y uno de los líderes de la acción.
El grupo, que permaneció cerca de 20 minutos en el interior del metro y en su mayoría pertenecía a la misma escuela e iba a cara descubierta, salió corriendo antes de que llegaran los cuerpos de seguridad.
En otras ocasiones, ha habido fuertes enfrentamientos entre los estudiantes y los antidisturbios dentro de las estaciones, con lanzamientos de bombas lacrimógenas y disparos de perdigones incluido.
«Nuestra meta es que pase la mayor gente posible (sin pagar) antes de que cierren la estación», apuntó Peña, para quien el pasaje de metro debería reducirse como mínimo hasta 400 pesos (cerca de 0,50 dólares), la mitad de lo que cuesta actualmente.
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«Los estudiantes empezamos esta revolución a la que luego se unió todo el pueblo. Queremos un cambio total. La salud, la educación, todo es malo y hay que cambiarlo», indicó a su lado Juan Quiroa, de 16 años.
Las revueltas, que ya han dejado al menos 23 fallecidos y miles de heridos, se iniciaron el pasado 18 de octubre cuando ardieron varias estaciones de metro y edificios públicos en Santiago, aunque los estudiantes llevaban toda esa semana protagonizando «evasiones» masivas en el suburbano para protestar contra un aumento de 30 pesos en el boleto, que finalmente fue anulado.
La protesta estudiantil se convirtió en una revuelta social sin parangón en las últimas tres décadas, que clama por un modelo económico más justo y que no parece tener fin, pese a las tímidas medidas sociales anunciadas por el Gobierno y al histórico acuerdo parlamentario para cambiar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Las marchas, que comenzaron siendo multitudinarias y en las que se reclaman una mayor redistribución de la riqueza y servicios básicos gratuitos, han ido perdiendo fuerza con el paso de los días, aunque sigue existiendo descontento en las calles y episodios de violencia con saqueos, incendios y destrucción de mobiliario público.
Según la Cámara Chilena de la Construcción, el daño en infraestructuras públicas se acerca a los 4.500 millones de dólares, de los cuales 300 millones corresponden a los destrozos que sufrieron al inicio de las protestas 70 de las 136 estaciones del metro de Santiago.
EFE
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