Antes de que ocurran “paradas repentinas”, antes de que se registre la temida “escasez de liquidez”, antes de que un problema de liquidez de corto plazo se convierta en un problema crítico de solvencia, el FMI toma medidas y se adelanta. ¿Cómo? Con un instrumento innovador.
Juan Carlos Zapata / ALnavío
Los débiles son los mercados emergentes que ya registran salidas de capital por 100.000 millones de dólares, una cifra increíble porque el coronavirus es miedo e incertidumbre, crisis a niveles de Gran Depresión y perturbación económica y financiera. El monto es récord por el tamaño en sí mismo y también por la velocidad con que se han fugado los capitales. El FMI ha registrado que algunos mercados se congelaron. La consecuencia ha sido la demanda de liquidez por parte de los mercados emergentes.
De modo que el Fondo Monetario Internacional no se ha quedado de brazos cruzados a ver qué pasa. Primero aprobó la línea de crédito flexible. Y ahora la Línea de Liquidez de Corto Plazo, SLL, a la que podrán acudir los mercados emergentes. Y con urgencia. Pues lo que está en juego es la seguridad financiera mundial.
Esta línea de crédito flexible a corto plazo “puede ayudar a reducir las necesidades financieras futuras al ayudar a los países a detener problemas de liquidez de tamaño moderado antes de que puedan convertirse en problemas más grandes”.
Geoffrey Okamoto, primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional expone que el FMI no puede “predecir cuándo ocurrirá tal escasez de liquidez. Pero sí sabemos que cuando las tuberías de capital global se congelan, un problema de liquidez a corto plazo puede pasar rápidamente a un problema de solvencia más profundo y duradero. Una línea de liquidez disponible bajo demanda puede ser un salvavidas en tales casos”.
Y eso es lo que ha hecho el FMI con la Línea de Liquidez a Corto Plazo, o SLL. Está en vigencia desde la semana pasada. Es la primera herramienta diseñada en casi 10 años, recalca Okamoto. Ya se ha dicho, esta crisis obliga a medidas más amplias y extraordinarias. El mecanismo garantiza “una línea de crédito confiable y renovable, sin condiciones ex post, a los miembros con fundamentos y marcos de política muy sólidos, los mismos criterios de calificación que otra línea del FMI llamada Línea de Crédito Flexible. El SLL está diseñado para abordar una necesidad especial de balanza de pagos (potencial, moderada y a corto plazo) que se refleja en las presiones de la cuenta de capital después de los choques externos”.
Nada que no pueda entenderse. Queda claro que esta línea de crédito flexible a corto plazo “puede ayudar a reducir las necesidades financieras futuras al ayudar a los países a detener problemas de liquidez de tamaño moderado antes de que puedan convertirse en problemas más grandes”.
En el FMI ya estiman que la demanda total actual de SLL de varios países podría ser de hasta 50 mil millones de dólares”. La mitad del monto que ha registrado la fuga de capitales récord. El FMI tiene respuesta para esos 50.000 millones de dólares, pues como dice Okamoto, “es una porción mucho más modesta de la potencia de fuego de 1 billón de dólares del FMI de lo que se requeriría de lo contrario si el mismo grupo de países tuviera que venir por el FMI”.
Funciona como una tarjeta de crédito
Veamos cómo funciona. Okamoto dice que el SLL es innovador y de bajo costo. Es de “acceso giratorio que permite la reducción y el pago repetidos durante su duración de 12 meses”. No opera como un préstamo tradicional. Más bien se “puede comparar, en algunos aspectos, con una tarjeta de crédito”, con la que “se puede extraer y reponer el dinero hasta un límite…Es renovable en el sentido de que los arreglos sucesores son posibles mientras el miembro continúe calificando y tenga la necesidad especial de balanza de pagos”.
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