El ministro francés de Interior, Gerald Darmanin, viajó hoy a Túnez con el objetivo de estrechar la colaboración en la lucha antiterrorista, mejorar el intercambio de información y agilizar las extradición de ciudadanos tunecinos en situación irregular o investigados en Francia, en una visita planeada antes del atentado de la semana pasada en Niza.
EFE
Sin embargo, este ataque, perpetrado presuntamente por Brahim Aouissaoui, un joven tunecino que llegó de forma irregular al país a través del Mediterráneo y reivindicado por el Estado Islámico ha centrado parte de las reuniones que mantuvo con su colega, Taoufik Charfeddine, y con el presidente de la República, Kaies Said.
Charfeddine aseguró a la prensa al término del encuentro que «Túnez está preparado para recibir a cualquier tunecino», pero advirtió «que debe de hacerse de acuerdo con las condiciones y regulaciones» que marca la ley internacional y el derecho humanitario «para respetar la dignidad de aquellos que retornan».
En la misma línea se pronunció horas antes el presidente de la República, quien pidió que se trata el asunto de la lucha antiterrorista «desde un nuevo enfoque basado en la lucha contra las causas reales que llevaron a su exacerbación».
Said recordó el Túnez y Francia ya firmaron en 2008 un acuerdo relativo a la expulsión de personas en situación ilegal, y anunció un proyecto para ampliar el diálogo entre responsables de seguridad de ambos países en busca de «soluciones a los obstáculos existentes».
«Debemos avanzar hacia una mayor cooperación y coordinación entre los dos países para poner fin al fenómeno de la migración irregular», señaló Said en un comunicado al témino de la visita, criticada por ONG tunecinas.
Según fuentes tunecinos, Darmanin elogió ante el mandatario la cooperación de seguridad entre los dos países, particularmente en el campo de la lucha contra el terrorismo, y pidió que se intensifique tanto a nivel bilateral y multilateral.
Después, y en rueda de prensa, reconoció que los servicios de inteligencia tunecinos «proveyeron de información importante» a sus colegas franceses sobre el presunto autor del atentado en la basílica de Notre Damme, en Niza, que supuestamente mató a cuatro personas con un arma blanca al grito de «Alá es el más grande».
Fuentes diplomáticas indicaron, por su parte, que Darmanin, que tiene previsto desplazarse el domingo a Argel con el mismo objetivo, viajó al país norteafricano con una lista de una veintena de sospechosos tunecinos que Francia quiere expulsar ya que han sido condenados por terrorismo o radicalismo yihadista.
De acuerdo con cifras que manejan los servicios de Inteligencia interior franceses, cerca del 70 por ciento de los más de 230 extranjeros que están de forma ilegal en Francia y han sido investigados por radicalismo religiosos proceden de Rusia y la región del Magreb, que incluye a Túnez y Argelia.
Según el prestigioso grupo de análisis «The Soufian Group», Rusia es el principal país de procedencia de los combatientes extranjeros que se sumaron a la organización Estado Islámico, seguido de Arabia Saudí, Jordania y Túnez.
Este último país, donde se calcula que se han unido al EI unos 5.000 combatientes -al que en muchas ocasiones hay que sumar sus familias- sufrió en 2015 una cadena de atentados yihadistas que segaron la vida de 72 personas, 60 de ellas turistas extranjeros.
Además de Aoussaoui, en 2016 el tunecino Mohamed Lahouaiej-Bouhlel fue acusado de un atentado con camión que mató a 84 personas en Niza y su compatriota Anis Amri, mató a 12 personas en un mercado navideño de Berlín.
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