En un año electoral como ningún otro, el primer debate entre el presidente Donald Trump y su contrincante demócrata Joe Biden podría ser un momento fundamental en una contienda que ha permanecido prácticamente inalterada por meses.
El debate previsto para esta noche ofrecerá una enorme plataforma a Trump y a Biden para que expongan sus visiones completamente diferentes para un país que enfrenta varias crisis, como protestas contra la injusticia racial y una pandemia que ha provocado la muerte de más de 200,000 estadounidenses y millones de despidos.
La emergencia de salud ha trastocado los elementos habituales de una campaña presidencial, dando una mayor importancia al debate. Pero en medio de una intensa polarización política, quedan pocos votantes indecisos, lo que plantea interrogantes sobre cómo —o si— el debate podría dar forma a una contienda que ha estado definida por su acritud y, al menos hasta ahora, por su estabilidad.
Biden se subirá al escenario en Cleveland con la ventaja en las encuestas, que es significativa en los sondeos nacionales aunque más cerrada en estados no definidos, pero enfrentando cuestionamientos sobre su turno en el centro de atención, particularmente considerando los ataques de Trump.
Y Trump, con apenas 35 días para cambiar el curso de la contienda, tendrá la que quizás sea su mejor oportunidad para reconfigurar la campaña como una elección y no como un referendo sobre su manejo de un virus que ha matado a más personas en Estados Unidos que en cualquier otra nación.
“Será el primer momento en cuatro años en que alguien subirá a un escenario como igual a Trump y podrá hacer que rinda cuentas por lo que ha hecho mal al frente del país”, dijo Steve Schmidt, principal asesor de campaña en la candidatura presidencial del republicano John McCain en 2008 y un asiduo crítico de Trump. “Si Biden es incapaz de imputar a Trump todo lo que ha hecho, ese sería un profundo fracaso”.
El manejo del presidente al coronavirus probablemente dominará gran parte de la discusión. La fuerza de la pandemia será tangible debido a que los podios de los candidatos estarán muy separados entre sí y se evitará el tradicional apretón de manos.
Y el debate podría estar determinado por una extraordinaria confluencia de otros eventos recientes: la muerte de la magistrada de la Corte Suprema, Ruth Bader Ginsburg, que permitió que Trump nominara a una jueza conservadora para reemplazar una voz liberal y reformar el máximo tribunal por generaciones, y las revelaciones sobre el largo y escondido historial de impuestos de Trump, incluido que pagó solo $750 al año en impuestos federales sobre la renta en 2016 y 2017 y ni un dólar en muchos otros años.
Pero el impacto del debate, o de los dos que se realizarán en las próximas semanas, sigue siendo incierto.
La agitación que se vive en 2020 es difícil de superar: el Covid-19 ha reescrito las reglas de la vida diaria; las escuelas y negocios están cerrados, y las protestas que exigen justicia racial se han extendido por toda la nación luego de una serie de muertes de afroestadounidenses a manos de la policía.
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