El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó este sábado la última matanza de civiles cometida por las fuerzas de seguridad birmanas y reclamó una respuesta «firme» por parte de la comunidad internacional.
EFE
Guterres, a través de un portavoz, condenó «en los términos más contundentes» la muerte de decenas de personas a manos de las autoridades militares de Birmania, donde este sábado se registró la jornada de represión más sangrienta desde que arrancaron las protestas contra el golpe de Estado de febrero.
«La continuada represión militar, que hoy resultó en el balance de muertes más alto en un día desde que las manifestaciones contra el golpe empezaron el mes pasado, es inaceptable y exige una respuesta internacional firme, unida y decidida», señaló el portavoz Farhan Haq en un comunicado.
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«Es fundamental encontrar una solución urgente a esta crisis», recalcó el portavoz en nombre de Guterres.
El jefe de Naciones Unidas urgió a los militares a evitar la violencia y subrayó que los responsables de violaciones graves de los derechos humanos deben rendir cuentas.
Según el recuento del medio Myanmar Now, que cifra en 91 las víctimas mortales este sábado, las muertes ocurrieron durante manifestaciones celebradas en unas cuarenta ciudades en regiones y estados como Rangún, Mandalay, Sagaing, Bago, Magwe, Tanintharyi y Kachin.
La represión tuvo lugar mientras el Ejército celebraba con un desfile en la capital el Día de las Fuerzas Armadas, que grupos de manifestantes habían llamado a convertir en «día contra la dictadura militar».
La cifra total de víctimas mortales desde la asonada del 1 de febrero, que ayer ascendía al menos a 328, superaría ya las 400.
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