La fiscalía rusa pidió este lunes 18 años de prisión contra Paul Whelan, un exmarine estadounidense juzgado por espionaje en un caso que envenena las relaciones entre Moscú y Washington.
Whelan, de 50 años, que también tiene las ciudadanías británica, canadiense e irlandesa, fue detenido en 2018 «mientras cometía un acto de espionaje», según los servicios de seguridad rusos.
Tras un juicio que duró dos meses y se celebró a puerta cerrada a causa de las medidas contra el coronavirus, la fiscalía pidió «18 años de campo de régimen severo», indicó a la prensa su abogado, Vladimir Jerebenkov.
«Para serles honestos, estamos conmocionados», dijo el abogado y explicó que Whelan reaccionó con calma a esta petición «muy dura».
Whelan, quien desde entonces ha permanecido en la cárcel y asegura que le tendieron una trampa, puede ser condenado a un máximo de 20 años de prisión. El veredicto se conocerá el 15 de junio.
Según Vladimir Jerebenkov, el fiscal está convencido de que Whelan es un «oficial, al menos un coronel, de la agencia de información de la Defensa estadounidense».
El acusado dijo ante el tribunal que no cometió «ningún acto de espionaje y no recogió ninguna información secreta», según el abogado.
«En un sistema justo, el tribunal absolvería a Paul por falta de pruebas. Pero contamos con un veredicto injusto», recalcó en un comunicado su hermano David Whelan.
Su familia «solo puede esperar» que la pena se acerque al mínimo previsto por la ley rusa, donde el espionaje es pasible de una pena de entre 10 y 20 años de prisión, agrega el comunicado.
El abogado del ex marine afirma que su cliente cayó en una trampa tendida por un conocido que le dio una llave de memoria USB que Whelan creía que contenía fotografías tomadas durante unas vacaciones en Rusia.
Whelan, director de seguridad de un fabricante estadounidense de piezas para coches, asegura que estaba en Rusia para una boda.
También hizo un llamamiento al presidente estadounidense Donald Trump denunciando un juicio parcial.
Él y su entorno aseguran además que no está siendo atendido correctamente de una hernia y que ha sufrido malos tratos en prisión.
En octubre Whelan dijo que fue «esposado, retenido en el suelo por un guardia, amenazado con una pistola por otro guardia y agredido».
Rusia desmiente estas acusaciones.
El caso de Paul Whelan es una de las fuentes de tensión entre Moscú y Washington, cuyas relaciones están envenenadas por disputas sobre las guerras en Ucrania y Siria y el mantenimiento de la paridad estratégica entre las dos grandes potencias.
«Paul está en prisión sin ninguna prueba de su culpabilidad», denunció en marzo el embajador de Estados Unidos en Moscú John Sullivan, y agregó que espera un «juicio transparente y justo (…) porque cada persona, cada ciudadano de todos los países del mundo lo merece».
El caso de Whelan ha suscitado especulaciones de que Estados Unidos y Rusia podrían optar por un intercambio de prisioneros en el que podría entrar el piloto ruso Konstantin Yaroshenko, encarcelado en Estados Unidos por cargos de contrabando de droga.
AFP
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