Gianny Alexis Salazar Gutiérrez es un apureño que trabajaba como panadero artesanal, como mototaxista y hasta predicaba el evangelio en su San Fernando natal.
Su mamá, Alida Gutiérrez, contó a Radio Fe y Alegría Noticias, que su hijo partió de su tierra llanera hacia otros horizontes “a buscar una mejor calidad de vida para su familia y para nosotros”. En todo caso, como millones de venezolanos, ejerció su “derecho a migrar”.
Vivía en el barrio Las Marías de la capital apureña, a solo metros de la alcaldía. “Era muy trabajador, afanoso y siempre pendiente de ofrecerle a sus hijos adoptivos lo mejor”, cuenta uno de sus vecinos.
Los dos adolescentes que terminó de criar no eran sus hijos biológicos. “Pero los quería como si fueran suyos. Él los agarró pequeños cuando se casó”, afirmó su mamá. Los jóvenes, de 16 y 17 años, lo llamaban papá. Así lo sentían.
Pero ¿por qué su historia de migrante destaca, entre otras?
Alexis, como lo llamaban sus vecinos, amigos y familiares, había cumplido 35 años el pasado 8 de enero. Lamentablemente, él y su esposa forman parte del poco listado que se conoce de los migrantes que murieron en el accidente de autobús en la frontera de Panamá con Costa Rica y en el cual 38 pasajeros más, de diferentes nacionalidades, perdieron la vida.
También hubo más de 20 heridos, entre ellos los dos adolescentes, hijos de la pareja. Este lunes 20 uno de ellos fue dado de alta de la UCI del Hospital Materno Infantil José Domingo de Obaldía, ubicado en la población de San Pablo Viejo, en la provincia de Chiriquí.
La señora Alida, en su desconsuelo, le pide al gobierno venezolano que le ayuden a repatriar ambos cuerpos. Luego de una semana de ocurrido el siniestro y al ser noticia internacional, la mujer no se explica “por qué el gobierno (de Venezuela) no se ha pronunciado”. Lamentó la inacción de las instancias correspondientes para los trámites.
Desde Panamá responden que será este jueves 23 de febrero que las oficinas públicas sobre asuntos migratorios se activarán y que intentarán poner en contacto a ambos gobiernos.
En un comunicado que publican las versiones digitales de varios medios informativos del país caribeño, el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses precisó que el estado de los cuerpos y la falta de datos dificultan las experticias sobre unos 40 fallecidos.
Por otro lado, la entidad aseveró que el proceso tomará tiempo y agregó que “los cadáveres serán conservados con la debida dignidad y los estándares internacionales establecidos”.
Pero aun con esta información, “esto es muy doloroso, nadie nos da información” dicen otros familiares de Alexis.
La última llamada
En la casa humilde de la familia Salazar Gutiérrez ya no se vende “pan ni catalinas”. En el frente tienen que poner unos cauchos para evitar que los carros que hacen la cola de la gasolina se aparquen allí.
La señora Alida y su hija Sony visten de luto aun cuando en el fondo de su corazón desean que la noticia no sea cierta y solo se trate de una confusión.
“El último contacto que tuve con él fue cuando se iba montando en el autobús. Me pidió la bendición y me dijo que todo estaba bien”, contó la mujer entre sollozos y la voz quebrada.
En la mañana del 15 de febrero se dio conocer la trágica noticia. Sony, la otra hija de Alida, daba vueltas con la escoba en su casa al enterarse del suceso que una amiga, que viajaba en otro autobús, le había contado. “Me dijo que los había visto fallecidos, pero yo no sabía cómo decirle a mi mamá que se encontraba haciendo los oficios de la casa”, relató la también maestra.
La conocida de Alexis y de Mayra reveló además que a ella y a otros familiares los metieron en un refugio. “Allá (en Panamá) son muy estrictos en los refugios. No dejan salir a nadie, es como si estuvieran presos, cuenta la amiga”, comenta Sony.
A ciencia cierta no se sabe cómo y por qué ocurrió el accidente. Sony se enteró que “el chofer del autobús conocía muy bien la vía y sabía cómo era la cosa. Tal vez (la unidad) fue impresionada por otro carro, pero en realidad no sabemos qué fue lo que pasó”.
Unos parientes esperaban a Alexis y a su familia en Texas. Ellos llevan años viviendo en esa ciudad estadounidense. Ya les habían conseguido dónde permanecer y con ciertas posibilidades de trabajo. Ellos ya habían sorteado, con fortuna, la peligrosa travesía por la Selva del Darién “en la cual duraron 5 días”.
Pero el panadero artesanal no pudo alcanzar esta meta. Su familia en Las Marías de San Fernando de Apure se resigna a recibir sus restos mortales lo más pronto posible para darles cristiana sepultura. Igual ocurre con Mayra del Carmen Padilla, en La Morenera, al sur de la ciudad, donde viven sus familiares.
Mientras, seguirán orando, resignados.
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